Arrival, una explosión de imágenes y sentimientos


Leí hace poco una frase que decía: "Es mejor haber amado y perder que jamás haber amado”. La dijo un poeta británico llamado Lord Alfred Tennyson y me hizo recordar toda la trama de Arrival, una cinta que no puedo borrar de mi mente ni un solo segundo desde que la vi. Confieso que cuando me senté frente a la pantalla, tenía la idea de una película de ciencia-ficción común y corriente, con el tema central y trillado de extraterrestres, pero lo que encontré me dejó maravillada. Ya me preguntaba por qué la Academia la había incluido en la categoría de Mejor Película para esta edición, si casi nunca toman en cuenta el género en cuestión. Y es que La Llegada (nombre en español) tiene que ver con alienígenas, sí, pero va mucho más allá. 


Es una exploración interna del ser humano, de nosotros mismos, de cómo percibimos el tiempo y de cuán responsables somos de nuestro futuro. Es una entrega hermosa, en todo el sentido de la palabra: reflexiva, intensa, provocativa y perturbadora. La emotividad alcanza una expresión máxima, dentro de una atmósfera elegante, extraña y compleja. Es protagonizada por Amy Adams, quien interpreta a una lingüista que es contratada por el Gobierno de Estados Unidos para descifrar un lenguaje extraterrestre después de que una especie de otro planeta llega a la Tierra y se cierna misteriosamente cerca del suelo. No es rareza ver a Amy tragarse completico un metraje con total audacia, pero esta vez observé a una actriz con una interiorizada interpretación, con una admirable profundidad emocional como eje. Pausada, tranquila y al mismo tiempo poderosa. A ella la acompañan Jeremy Renner, Forest Whitaker y Michael Stuhlbarg, aunque -a mi juicio- quedan eclipsados con la grandeza de la exencantada.  


Además de una puesta en escena irresistible, no tengo palabras para describir la manera en la que el director Denis Villeneuve toca la fibra, poniendo en la mesa el amor y la pérdida. También hace uso exquisito del manejo de cámara y explota la delicada fotografía de Bradford Young, quien hace que las imágenes perduren durante largo tiempo en tus sentidos. Sonidos envolventes, revestidos con una banda sonora impecable, a cargo de Jóhann Jóhannsson, también complementan el filme. Una ciencia-ficción muy diferente a todo lo que se ha visto antes en el cine. Por eso, tengo que advertirles que si van creyendo que esto será algo parecido a Independence Day, con efectos especiales y mucha bulla, saldrán de la sala decepcionados y diciendo que Arrival es la cosa más aburrida que han visto en su vida. Al resto lo desafiará este drama adulto, cargado de interrogantes y respuestas que no pueden ser atendidas a simple vista. Sin embargo, agradecerá haberse quedado al llegar a un tramo final perfecto, espléndido, vertiginoso... sencillamente fascinante y sin una pizca de previsiblidad. Dos cosas tengo en mi mente desde la noche que me encontré con Arrival: Una es el tiempo, lineal o no. Y la otra es mi hija...






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