El sonido y el mensaje


No lo pude evitar. Al salir de la sala, después de ver Dudamel el sonido de los niños, lo primero que pensé fue: los responsables de que nuestros hijos tengan una educación a medias somos nosotros, los padres. "La música les expande la mente", comentó Richard Holloway, exobispo de Edimburgo y fundador del Sistema Escocia, en una de las escenas del documental. ¿Por qué hay tantos pequeños desmotivados y con falta de concentración en las escuelas? Simplemente porque la instrucción es obligatoria. Los preparan para conseguir trabajo pero ellos necesitan un motivo más específico; una pasión, un sentir. Algunos lo consiguen con la música, pero la mayoría no la encuentra. 
Tocó el rincón más profundo de mi alma. Alberto Arvelo muestra un sueño que nació aquí y que se extiende gracias al maestro José Antonio Abreu, creador del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles. El eje conductor de la historia es el venezolano Gustavo Dudamel, quien se mueve por un guión bien estructurado. Presentan su carrera, su crecimiento y su método al transmitir los conocimientos en los ensayos con los niños de las diferentes orquestas del mundo. A ratos observamos a un joven sencillo y bromistas. De ahí, que ciertos momentos del audiovisual suelen ser divertidos. En 85 minutos, incluye lo más relevante. No parece faltarle ningún elemento. Las personalidades entrevistadas, que van desde Rubén Blades hasta Quincy Jones, dan en el blanco con sus palabras. 
Los sonidos, las imágenes y los testimonios se conjugan con perfección. Pero vuelvo al planteamiento inicial: Hacen mucho énfasis en la parte educativa y eso nos bofetea. Al menos yo, sentí -y siento- la necesidad de inscribir a mi hija en clases de flauta, piano, violín, ballet... Cualquier disciplina. Lo importante es no dejarlos sin la enseñanza extracurricular necesaria para el desarrollo integral. Más que un producto cinematográfico de alta factura, Dudamel el sonido de los niños es cautivante por su mensaje. También debemos valorar que todo el equipo que laboró es criollo. Logra captar la atención del espectador y lo sumerge en un mundo de reflexión. Agradezco a Arvelo su intención. Jamás olvidaré El himno de la alegría. Hasta la próxima. 

Provocativa y excitante

Mi deber en Quinta Fila no es sólo criticar o halagar una película. Después de ver alguna siento la necesidad enorme de recomendarla y hacer que los demás la disfruten igual que yo, sobre todo si posee actuaciones de esas que noquean y dejan la marca. No afecta si es nueva, si aún no se estrena o si ya han pasado varios años desde su lanzamiento. Si la producción está bien hecha, simplemente impacta hasta el punto de pasar varios días con ella en la mente. Créanme, no exagero si  hablo de una cinta de 2010 con la que me topé por casualidad. Se llama Sólo una noche (Last Night)  y es increíblemente seductora.
Hay cuatro personajes universales. Lo que les sucede a ellos no es innovador, por el contrario, es el pan diario de las parejas: la tentación. Lo llamativo aquí es la forma como la directora, Massy Tadjedin, va desarrollando la historia, pues lo hace a pulso, con honestidad y MUCHA sensualidad. En la trama pasa lo que tiene que pasar y punto. Lo que le ocurriría  a cualquier mortal cuando no tiene la fuerza para resistir a una mujer bella o a un hombre interesante. Les cuento de qué se trata: Joanna (Keira Knightley) y Michael (Sam Worthington) conforman un matrimonio aparentemente tranquilo pero esconden una desconfianza mutua alimentada por secretos, dudas y mentiras. Sus vidas dan un vuelco cuando él realiza un viaje de negocios con una hermosa compañera de trabajo, Laura, (Eva Mendes) y ella se reencuentra con su gran amor del pasado, Alex, (Guillaume Canet).

Las interpretaciones son de otro mundo. Estremecen y excitan al espectador con toda la intención. Lo mejor es que la pueden ver tanto las féminas como los caballeros. Si una pareja decide compartirla ninguno tendrá moral para juzgar NADA. Esta cinta nos recuerda  que la infidelidad no es un asunto sólo de testosteronas. El sabor que deja en la boca es dulce, aunque hace un nudo en la garganta. La realidad es triste cuando amanece. En conclusión, Last Night es sencilla, provocativa y conmovedora. Digna de ver e ideal para los amantes de los buenos guiones. Búscala y deléitate en soledad o en compañía, no importa, vas a sentir lo mismo. Lo mejor: la media hora final, el desgarro en los rostros de los personajes y los besos de dos de ellos. Lo peor: te deja con las ganas.

Para desintoxicarse...

Generalmente, las salas de cine suelen estar contaminadas con violencia, drogas, sexo y otros elementos que gustan mucho. Sí, así es, a los espectadores les fascina ver una película de acción que contenga diálogos "sucios" y que los entretenga durante casi dos horas sin tantos rodeos. No se sientan mal, todos en algún momento hemos disfrutado de esos placeres culposos que en su mayoría están ligados con las películas palomeras. Es una realidad de la que no podemos escapar. Sin embargo, ya de eso hablamos en oportunidades pasadas. Por fortuna, de vez en cuando llegan producciones que nos desintoxican un poco. Eso experimenté cuando vi Felinos de África (African Cats), el nuevo documental de aventuras de vida real, de la marca Disney Nature.
Keith Scholey y Alastair Fothergill (Earth) dirigen con mano mágica una historia animal bellamente fotografiada, que no carece de sentimiento ni emociones. Uno de los elementos más atrayentes es la participación del actor Samuel L. Jackson, quien va hilando las imágenes con una acogedora voz que sobresale en medio del imponente paisaje. Así cuenta el diario transcurrir de los reyes de la sabana africana. La película captura el amor de las madres, la determinación y la fuerza para sobrevivir defendiendo a sus crías. En ciertos momentos, esos feroces felinos nos sacan una pequeña una sonrisa y logramos empatía con ellos.
El documental dura 89 minutos, durante los cuales se aprecian los dos años que los creadores se internaron en el lugar para hacerle seguimientos a los protagonistas, cuyas actuaciones -por cierto- están excelentes. Tal parece que estaban consientes de las cámaras. La cercanía se da por el uso de lentes especiales y los planos muy cerrados. La dramatización de sus movimientos o conductas son sorprendentes. Son coherentes y tienen nombre propio. Podemos percibir con claridad sus temores, cálculos y hasta pensamientos. Sólo hago una observación: los niños pudieran no entender del todo el escenario dramático y agobiante de los felinos (la cacería, la muerte y el riesgo de vida). Por lo demás, me parece una buena opción capaz de liberar la mente y el cuerpo de las toxinas del cine convencional. ¡Hasta el jueves!