IMPACTANTE, ABRUMADORA...


Por lo general, las películas relacionadas con el ballet o algún tipo de disciplina parecida son las preferidas de las mujeres. Pocas veces un hombre elige una trama en donde haya algún punto femenino recurrente. Sin embargo, después de ver Black Swan (Cisne Negro) la puedo recomendar con toda propiedad a los caballeros. El thriller psicológico, dirigido por Darren Aronofsky y que además tiene cinco nominaciones a los Oscar 2011, es la más exquisita y perturbadora entrega del cineasta conocido por trabajos como: Réquiem por un sueño o The Wrestler.Después del primer minuto el espectador queda impresionado. La escena inicial muestra un abreboca de cómo será el tono del metraje. Se conjugan perfectamente la fuerza, la música, la oscuridad, la claridad y el surrealismo.

Pero, además de la magistral dirección, es obligatorio aplaudir a Natalie Portman. Ella es la esencia, el punto de partida... el elemento más importante; sin exagerar (con razón su candidatura a Mejor Actriz. Dicho sea de paso, creo que ganará). A pesar de las grandes actuaciones de los otros miembros del elenco (Mila Kunis, Vincent Cassell, Winona Ryder y Bárbara Hershey) la joven de 29 años aporta una intensidad profunda muy marcada. Sus emociones hacen que el argumento se desarrolle de manera dramática, pasando por algunos espacios de suspenso y desembocando en un súbito espanto que acentúa la narración. La psicología de la protagonista va de lo dulce y lo sublime a lo abominable y terrorífico. No me gusta perder líneas en la sinopsis pero es necesario adelantarles aunque sea un poco: Nina (Portman) es una bailarina de una compañía de ballet de Nueva York, quien está obsesionada con obtener el papel principal en la obra El lago de los cisnes. Lily (Kunis) llega para hacerle competencia, por lo que ambas se sumergen en una rivalidad que traspasa los límites y hace que Nina se conecte con su lado más oscuro.


Los que piensan que es aburrida se equivocan. Desde el comienzo presenta un ritmo que nunca decae, que mantiene intacto el interés y que atrapa inconscientemente. Una de las partes más comentadas es la escena lésbica entre Portman y Kunis, pues no se trata de un sexo inocente y light, sino del más retorcido y agresivo. El final muchos lo esperan pero igual impacta. La mayoría quedará perplejo y con las imágenes guardadas en la menoría. Black Swan no deja preguntas sin responder, no hay movimientos de cámaras dudosos y lo mejor es que todo está complementado con una música que acompaña y magnifica los sentimientos de los personajes. Una película que trasciende, una de las más contundentes de 2010. Menores abstenerse o busquen a sus padres. ¡Hasta la próxima!


VIAJAR PARA REDIMIRSE

Antes de iniciar mi comentario acerca de Comer, rezar y amar, les diré que ésta es una película preferiblemente para mujeres. Las que la vieron estarán de acuerdo conmigo en muchos aspectos y el público que aún no haya decidido apreciarla considerará la idea a partir de ahora. El filme dirigido por Ryan Murphy no es para ser despreciado. De antemano tiene muchas elementos valorativos: está basado en un libro del mismo nombre, el cual estuvo 150 semanas en la lista de best sellers de The New York Times; manejó un buen presupuesto (60 millones de dólares), es protagonizada por una de las actrices más buscadas de Hollywood (Julia Roberts) y presenta al espectador los grandiosos escenarios naturales de Italia, India y Bali. Eso pinta bien y, para ser sincera, es lo que salva gran parte del proyecto.
Lo malo de la cinta es que perdieron mucho tiempo en el "viaje" que realizó la protagonista para liberarse de la depresión y las culpas post-divorcio. No entiendo porqué mostrar con profundidad las peripecias y las quejas de una mujer que busca en todo momento la redención. ¿Es eso tan importante como para acaparar los 133 minutos que dura la película? Resulta que Elizabeth (Roberts) se siente extremadamente mal con su existencia y ni siquiera le emociona la comida, entonces decide pisar diferentes tierras para ver si recupera el apetito -entiéndase por apetito todo lo que engloba las ganas de vivir en general-. En algunas escenas la vemos devorando con gusto un trozo de pizza o metiéndose lentamente un bocado de espagueti a la carbonara en la boca. ¡No se imaginan el hambre que me dio! Pero el mensaje implícito del guión tiene que ver con la capacidad de apreciar las cosas más pequeñas... Así lo entendí.
A excepción de ciertas frases célebres, los diálogos no me impactaron. Pueden llegar a ser muy aburridos, sobretodos para aquellos que no estiman el género. Creo que la fuerza la consigue más bien el elenco, pues a mi parecer está de lujo. Las interpretaciones tienen más peso que la historia en sí. Tampoco hay una trama amorosa de altura. Javier Bardem está incluido y hace el papel del "fabuloso" hombre que la prota conoce durante su estadía en Bali, pero había transcurrido más de la mitad del metraje y el español nada que aparecía. En realidad es muy corta su participación y además con un enamoramiento poco creíble. En conclusión: es una mezcla de manual de autoayuda con bellos paisajes, pensado para un público femenino que lo aceptará sin mucho titubeo y que querrá tener una tarjeta de crédito ilimitada para hacer lo mismo.

NO APTA PARA TODO PÚBLICO (no me gustó)

Dadas las circunstancias, y siguiendo la línea mediática que ha impulsado La Red Social (The Social Network), empezaré nombrando lo bueno y alabando lo que por ley es alabable. Cuando una película es mala lo es ante los ojos de cualquiera; cuando es buena no tiene discusión pero rara vez el espectador se encuentra con una que está en términos medios, a mi juicio. No podemos negar que David Fincher logra su objetivo y capta la atención de la gente hablando de lo que ha sido todo un exitazo: el Facebook. A eso le agrega cómo comenzó y la hasta ahora desconocida intrahistoria sobre los tejemenejes legales. Es muy común que alguien haya estado cerca de un robo de ideas y de una competencia laboral de magnitudes tan elevadas como las que se plantean en esta trama. El argumento es interesante. Nos sitúa en un contexto que marca el antes y el después de las redes de internet, aunque aquí nunca vemos la repercusión mundial, sólo en las universidades.
Otro aspecto positivo es el carácter sobrio que le imprime el director, quien recurre a un grandioso juego de flashbacks hechos con buen ritmo. Se reflejan temas universales como: la envidia, la traición, la decepción, la ambición  y la pérdida de la amistad. Para todo eso, se valen de recursos artísticos muy gratos. Lo que no termina de cuadrar es que, en resumidas cuentas, se trata de una biografía de Mark Zuckerberg (creador), a quien pintan como un gánster cibernético, un nerd... un friki obsesionado con el mundo digital, las mujeres y el sexo. Eso sí, la actuación de Jesse Eisenberg es excepcional. Pero en líneas generales considero que el filme es aburrido, pues tiene pocas emociones, por no decir ninguna. No era necesaria una adaptación cinematográfica. Con un documental de una hora hubiese bastado.
Tampoco puedo quedarme callada ante el hecho de que el ambiente no es familiar para todo tipo de público. No es una película fácil. El "espectador medio" probablemente se levantará de su asiento y abandonará la sala (así ocurrió con Inception). El guión de Aaron Sorkin está repleto de términos específicos que son reconocibles por los expertos en el tema. Más allá resulta extraño para quien no conoce el entorno. Desde el comienzo, cuando aparecen dos personajes hablando frente a frente, la construcción del diálogo responde a una arquitectura compleja. El resto de la película es igual. Interesados: sepan que se encontrarán exclusivamente con el triunfo de un raro que revolucionó las formas de interacción normales, junto con otros involucrados. Nada más.

SUTIL Y BIEN ACTUADA


A la cartelera cinematográfica llegó un melodrama de esos que no son tan esperados, pero que pueden servir de opción al momento de asistir al cine sin ninguna película en la mente: Charlie St. Cloud (Más allá del cielo en Latinoamérica). Considerando las malas experiencias vividas últimamente, con entregas de todos los géneros, estaba resignada a encontrarme con un desastre y vaya sorpresa la que me llevé. En primer lugar me topé frente a frente con un Zac Efron dando un gran paso para quitarse de encima su estigma de chico Disney. En este papel protagónico entrega una destacada actuación y demuestra mayor habilidad en el registro dramático. Todo indica a que está próximo a ser considerado para los proyectos importantes de Hollywood, pues sus anteriores trabajos en 17 otra vez y Orson Welles y yo también resultaron sinceramente buenos.

En el filme, dirigido por Burr Steers, se percibe un guión que siempre busca el sentimentalismo en exceso. Sin embargo, a medida que avanza nos damos cuenta de que muchas de las situaciones están equilibradas. El trato emocional de la historia es a la medida exacta: triste pero amable, trágica pero esperanzadora, oscura y clara al mismo tiempo -esto último tiene que ver con ciertas secuencias-. Lo que quiero decir es que consigue transmitir las sensaciones que pretende. Charlie St. Cloud es el capitán de equipo de vela de su instituto, quien ha sido aceptado en una prestigiosa universidad. Todo se complica cuando su hermano Sam, de 12 años, muere en un accidente de tránsito. Como la relación con su hermanito ha sido tan estrecha, Charlie le promete nunca dejarlo y durante cinco años se reúne con él (muerto) para hablar y jugar béisbol.

Muchos críticos coinciden en que está mejor actuada que narrada, pero lo que más llama mi atención es que no hay muchos lugares comunes ni elementos predecibles. Un poco más allá de la mitad da un giro beneficioso para el ritmo de la cinta. Otra cosa extraña, aunque aceptable y atrayente, es la romántica y sensual escena de sexo realizada al rededor de un cementerio. Nunca antes vi a algo más sutil que eso, a pesar de lo lúgubre que pudiera parecer. Creo que la sutileza se encuentra en los ojos profundamente azules de Zac Efron... Hasta la semana que viene.