No busques emociones aquí

Igual que lo hiciera Precious el año pasado, nuevamente una cinta independiente se coló entre la gran lista de superproducciones que entraron a formar parte del renglón Mejor Película de los Oscar 2011. Se trata de Winter's Bone, un retrato desolador de la América profunda y abandonada. En ocasiones emotivo (aunque muy poco) y en otras tremendista. Se hizo a partir de la novela homónima de Daniel Woodrell -por cierto no la conocía, aunque creo que no es necesario al momento de ver la historia en la pantalla-. Tengo que decirles que este tipo de drama no le interesa a todos los espectadores. No hay efectos especiales, no hay romance y no hay sexo. Sólo la violencia llega de pronto y sin aviso, causando impacto sobre todo por el hecho de saber que a quien golpean con brutalidad es a una linda jovencita de 17 años. 
Durante 100 minutos, los cuales se hacen lastimosamente largos y tediosos, se siguen las andanzas de Ree Dolly, una adolescente del sur de Missouri que tiene pocos días para conseguir que su desaparecido padre se presente en el juzgado. Si no lo hace, perderá la casa que habita junto con su madre enferma y sus dos hermanos menores, pues fue puesta por su progenitor como garantía de libertad bajo fianza.
La chica se vuelve valiente y dura. Busca a toda costa salvar a los suyos y lograr su objetivo. Por eso, hay que darle una mención especial a  Jennifer Lawrence (candidata a Mejor Actriz Principal), quien muestra con éxito un personaje y le pasa por encima a la forzada dirección de Debra Granik. John Hawkes también tiene merecida su nominación a Mejor Actor de Reparto. Pero en general, me parece una cinta fría -literalmente hablando-, invernal, fuera de contexto y carente de las emociones que tanto gustan en esta nueva era del cine. Confieso que me aburrí y hasta me distraje. Sólo algunas escenas me traían de vuelta y no por mucho tiempo. No es tan mala, pero su mayor error radica en la ambigüedad del género. Igual pueden verla y evaluar con propia precepción. Hasta la próxima.

La película está bien

Estaba decidida a ver las 10 películas nominadas al Oscar. Llevaba unas cuantas... tan sólo me faltaban dos o tres porque -para ser sincera- no todas me interesan. En el momento menos esperado me llegó a las manos la cinta The kids are all right (Los chicos están bien), la cual ostenta cuatro candidaturas en los premios de la Academia, incluyendo Mejor Actriz y Mejor Director. Me senté con pocas expectativas, pues ni siquiera tenía idea de qué se trataba. No había leído la sinopsis, lo único que sabía era que tenía un elenco de primera: Annette Bening, Julianne Moore, Mark Ruffalo y Mia Wasikowska (la Alicia de Tim Burton). Dije: '¡Guau, debe ser una estupenda entrega!'.
A medida que avanzaba me sorprendía más, sobre todo cuando me encontré con las desventuras de una pareja de lesbianas que, después de vivir bajo el mismo techo durante varias décadas y de haber concebido una niña y un niño por inseminación artificial, comienzan a experimentar una dura crisis no muy distinta a la que sufren los matrimonios heterosexuales. Se trata de un drama, combinado con momentos de comedia no intencionales. Pero, al final, muchos dirán que es sencillamente una historia de amor, una buena historia. Nada más. La película ofrece una trama que no es sectaria, ni hecha para un target social específico: ni sexual, ni social. Creo que la infidelidad, la monotonía, los problemas con hijos adolescentes y las dificultades económicas afectan a todas las relaciones por igual. La diferencia es que, a los conflictos de estas féminas casadas, se les suma la llegada del donante de esperma.
La fuerza de este filme, dirigido por Lisa Cholodenko, está en las actuaciones. Bening: hace su papel extraordinariamente (una especie de marido dominante y controlador); Moore: aportando credibilidad y sentimiento a través de su mirada; Ruffalo: perfecto en sus efectivas intervenciones; y los chicos -como lo dice el título- están muy bien. Se encontrarán con una producción divertida y emocionante, en donde se nota grandemente la inteligencia del guión y la tremenda dirección. Todas sus escenas son necesarias, aunque -sin caer en estereotipos- me gustaron más las de sexo hombre-mujer que las de mujer-mujer, las cuales a veces llegan a ser cómicas,  seguramente debido al tratamiento. Tal vez cause división en las opiniones, algunos quedarán conformes con el final y otros preferirán lo contrario. Yo lo dejó a tu criterio. ¡Tarea para la casa!  



No te dejará indiferente

La entrega de hoy es un homenaje a un cineasta español odiado por muchos y amado por otros. Un director que parece haber llegado a su máxima inspiración poética después de presumir de títulos de gran resonancia en su país y en toda Latinoamérica. ¿Ya saben de quién les hablo? Sí, se trata de Pedro Almodóvar. Entre tantas películas buenas, y una que otra no tanto, él tuvo la precisión de estrenar una verdadera obra maestra hace ocho años, y yo me topé con ella apenas el fin de semana pasado. Antes de continuar, debo decir que para un amante del buen cine es muy difícil colocar la etiqueta de "obra maestra" a cualquier producción. Son muy pocas las que lo merecen, pues la expresión está hecha para casos excepcionales, de gran factura y de extraordinaria belleza cinematográfica. Por eso, no me tiembla el pulso al momento de atribuírsela al filme Hable con ella.
La mayoría la habrá visto, pero siempre es bueno recordarla o recomendársela a quienes aún no hayan tenido el privilegio de gozarla. En la trama se encuentran dos hombres enfrentados a la soledad de la manera más cruda y cruel que puedan imaginarse. Ambos, heridos por el azar y el destino, tienen a su cargo dos espíritus aparentemente muertos y convalecientes en camas de hospitales. Esperan un milagro, aunque la realidad cada vez se vuelve contra ellos. Y mientras ese milagro llega, experimentarán una amistad y un cambio interior sorprendente. La sinopsis aparenta ser sencilla pero el desarrollo es más fuerte y emocionante. Es una de esas cintas en las que se ríe y se llora. Almodóvar no desperdicia ni un sólo instante; nada es mediocre, nada es trillado. Todo se complementa con una excelente dirección, grandes interpretaciones y hermosos diálogos. Me atrevo a decir que es un trabajo totalmente inteligente. Hasta los personajes con menos protagonismo expresan sensibilidad.
Es importante destacar las actuaciones de Javier Cámara -insuperable-, el argentino Darío Grandinetti  y la cantante Rosario Flores, cuyo papel de torera lo manejó estupendamente. Es la entrega de un maestro en estado de gracia, un artista en todo el sentido de la palabra. Capaz de violar cualquier convención si está dispuesto a tocar la última entraña del espectador. Si después de leer este pasaje te animaste a ver la peli, hazlo. No te arrepentirás. Encontrarás una dulce fábula combinada con un acto infame que te alarmará y después te llevará de nuevo al sentimiento inicial. Un cine que puede escandalizarte y hacerte reflexionar pero que jamás te dejará indiferente.

El nuevo y extraño Oso Yogi

Muchos cineastas han optado por hacer sus películas utilizando el recurso de combinar actores reales con caricaturas. Recordemos el caso de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988) o Space Jam (1996), protagonizada por  el jugador de baloncesto Michael Jordan y los dibujos animados de Warner Bros. Ambas cautivaron al público y, hasta la fecha, son bien recibidas cada vez que las transmiten en los canales de la televisión. No sé si Eric Brevig, con El Oso Yogi, correrá con la misma suerte. Antes de su estreno pensaba que sería una cinta para recordar. Sin embargo, el único efecto positivo que produce es rememorar aquel animal peludo y hambriento que nos acompañó durante la infancia. Esta vez no me convenció del todo la conjugación entre animación y humanos, pues en algunos momentos me daba la impresión de que los osos (Yogi y su amigo Boo Boo) eran personas disfrazadas. Además, sus tamaños no concordaban con el del guardabosque Smith y el resto de los personajes de carne y hueso. A mi juicio, hubiese sido más efectiva toda animada.
No voy a negar que los niños disfrutaron al máximo y casi se quedan sin carcajadas, aunque para el mundo de los adultos no parece tan graciosa. Los gags -rebuscados, de paso- los agotan casi todos en el trailer. Al guión también le faltó algo de imaginación. Por tratar de ser sencillos para el entendimiento de los más pequeños, cayeron en diálogos tontos. Eso lo notarán los amantes de la calidad, de lo innovador y del buen argumento. Pero bueno, no seré tan dura. Al fin y al cabo estamos hablando de El Oso Yogi. Mejor resalto la bonita fotografía y lo bien que se ven las escenas en el parque de Jellystone. Me llamó la atención una parte en la que el elenco principal, incluida una tortuga "cara de rana", navegó en balsa por los rápidos de un río y luego enfrentó una empinada cascada. Hicieron mucho énfasis en la belleza de los escenarios naturales, algo que le da un particular encanto a la historia.
La película es infantil y estuvo pensada para los espectadores en plena niñez, a pesar de que la mayoría no tiene la menor idea de que quién es Yogi. Desde hace cierto tiempo no veo la comiquita en la pantalla chica, y eso se convierte en la excusa perfecta de los adultos a la hora de comprar las entradas: 'soy padre y llevaré a mi hijo'. Limitada y todo, con doblaje al español neutro, al menos no toca el fondo de lo desastroso y resulta prácticamente inofensiva para su target. Promueve un mensaje ecologista positivo y necesario en estos tiempos. El trabajo de los actores (Tom Cavanagh, Anna Faris, T.J. Miller, Nathan Corddry y Andrew Daly) no vale la pena mencionarlo. En realidad se trata de un reparto bastante flojo, que no aporta mayor cosa. ¿Aún es tu deseo verla? Entonces hazlo con tu prole... Tal vez te guste. ¡Hasta pronto!