Esto traiciona tus nervios



¿Te gusta el suspenso? ¿Te emociona el cine que provoca saltos inesperados y latidos más fuertes? Entonces definitivamente tienes que ver TheWoman in Black, la nueva entrega del director James Watkins (el mismo que nos hizo sudar con el terror sangriento de Eden Lake). En esta oportunidad nos regala una cinta gótica y atractiva, de esas que te destrozan los nervios. Por lo tanto, si eres de las personas que se toman todo muy en serio, mejor pasa de largo. Es muy probable que la primera noche después de verla no duermas, o peor aún, que sueñes con esa mujer vestida de negro que aparece de repente y hace que las mecedoras se muevan solas. No bromeo.

Se trata de una buena propuesta, hecha al mejor estilo de la vieja escuela y coproducida bajo el histórico sello de horror de la Hammer. La presencia de Daniel Radcliffe, quien por primera vez se despoja de su disfraz de Harry Potter, es -en principio- uno de los ganchos. Sin embargo, yo esperaba más. No está mal, solo que le falta fuerza o tal vez chance como para desarrollar un papel que hubiese podido ser de gran carácter. Lo muestran en un rol de padre y eso ayuda a que lo sigamos alejando de su imagen de brujito escolar. La trama no es complicada: Arthur Kipps es un joven abogado, cuya empresa lo envía a un lugar remoto para vender la casa de un cliente que acaba de fallecer. La gestión, aparentemente rutinaria, tropieza con dificultades. Escalofriantes sorpresas se encuentra dentro de esa vivienda en la que nadie quiere entrar, solo él.

La ambientación de The Woman in Black es excelente, así como los escenarios que refuerzan el tono turbio, sombrío y entristecedor. La fotografía siempre da la sensación de que va a anochecer y es allí cuando el miedo crece. No escapa del género dramático, aderezado con un efectivo montaje y una banda sonora que pone los pelos de punta justo antes del brinco. Algo curioso es que, dentro del reparto, hay un personaje que brilla con luz propia: la mansión embrujada. Esa respira, habla, cruje y escucha. ¡Qué lugar más tenebroso! Eficaz filme de fantasmas y asuntos pendientes. Ideal para disfrutar a oscuras, con un brazo al lado, al que se pueda apretar con fuerza cuando el temor traicione.


Valoración: 4 de 5



Amor a golpes

Jamás había llorado con una película de boxeo. Los que ya conocen mi estilo saben que si puedo elegir otro género, lo hago sin pensarlo, pero el día de ver Warrior (Gavin O'Connor) me llegó y ahora sé que no perdí mi tiempo. Fueron 140 minutos invertidos de buena manera, sufriendo con los dos protagonistas (Joel Edgerton y Tom Hardy), aprendiendo a quererlos por igual y sintiendo una gran pena por el papel del padre de ellos (Nick Nolte, quien estuvo nominado en la reciente edición de los Oscar en el apartado de Mejor Actor de Reparto). Se trata de un drama intenso, que abarca por completo un bien realizado filme de género. Está lleno de adrenalina, esa que hace sudar al espectador, y -aunque muchos no lo crean- no es tan comparable con otras producciones de la misma escuela.
Warrior se mueve en el mundo de las artes marciales mixtas. Relata la  historia de una familia literalmente destruida. Un veterano de Vietnam (Nolte) abandona el boxeo para trabajar en una fundición de acero. Sus graves problemas con el alcohol destrozaron a sus hijos. Pero llega un momento en que, arrepentido, deja la bebida y decide entrenar a su hijo más joven (Hardy) para que participe en un torneo, en el que se enfrentará a su hermano mayor (Edgerton). Por la sinopsis, ya se sabe que la cinta es un poco predecible y que la manipulación de las emociones es un asunto del que no podemos escapar. Sin embargo, eso no es problema. Es lo que hace que permanezcamos frente a la pantalla, sin despegar la mirada ni un solo momento, sobre todo observando los combates cada vez más fascinantes.
Sólo nos faltó ver el entrenamiento del padre hacia el hijo -y aquí me perdonan los que no la han visto-. Considero que las escenas hubiesen sido parte fundamental de la historia. De resto, está casi completa. Se plantea de forma que logramos entender perfectamente los motivos de los personajes. Además, pone en la mesa temas como el perdón, la reconciliación, la lealtad, el altruismo y el amor filial. Claro, todo encerrado dentro la jaula de los duros golpes. Es muy extraño, y a la vez triste, ver a un hombre golpear a su hermano menor con el mayor de los amores, al tiempo que le dice: "¿Estás bien? Sabes que te quiero...". En ese momento nos olvidamos de los clichés y lloramos como niños. ¡La recomiendo!
Valoración: 3 de 5