Extrañamente mágica



Comienza la película y la música es tan tierna (pero sin edulcorante) que te quedas ahí, lelo, y con las emociones en pleno proceso de partida. La ambientación te da una seña de que La Extraña Vida de Timothy Green es una entrega bastante fresca, pero más que eso, que está llena de magia; una fábula que pondrá en la mesa aspectos tan reales como la paternidad, la infertilidad, la adopción, la aceptación personal y la comprensión entre padres e hijos. Dirigida por Peter Hedges, la trama cuenta la historia de Cindy y Jim Green (Jennifer Garner y Joel Edgerton), una pareja que sueña con tener un bebé y que ven con tristeza cómo ese deseo se trunca en medio de tanto avance médico. Sin embargo, una noche de tormenta, un niño entra milagrosamente a la casa donde ellos viven y, sin hacerle muchas preguntas, lo toman como suyo para comenzar un viaje de iniciación y aprendizaje digno de un cuento de hadas. Lo que no saben es que Timothy vino de la tierra y que con las hojas que tiene sembradas en sus piernas sucederá algo que los marcará siempre.


La cinta arranca con la narración de los protagonistas y va del presente al pasado durante todo el metraje. Si no fuera porque a partir de la mitad pierde un poco de la magia y la fuerza con la que empezó, sería un filme exquisito. Siento que el director se perdió en el camino, aunque aún así logra captar la atención del público. Una vez que estamos frente a la pantalla es imperativo terminar de ver qué es lo que sucede al final, a pesar de que desde hace mucho rato lo sospechamos. Me da gusto que Walt Disney Productions cree este tipo de propuestas, ideal para disfrutar en familia. Perfectamente pueden verla papá, mamá e hijos. Mi niña de cinco años la entendió de principio a fin y hasta captó el mensaje final. 



Deja un sabor tan agradable que inmediatamente logramos apreciar las pequeñas cosas que rodean nuestra existencia. Sin ser demasiado extraña, Timohty Green es bien extraña. Adorable, noble, generosa. Es la antítesis de la franquicia, la confusión, la bulla y la violencia. La vi dos veces en DVD y tú puedes hacer lo mismo si consideras que coincide con tu estilo. Al término agradecerás que ese niño haya pasado por el cine y por tu vida de una manera tan especial. 



Valoración: 3 de 5

¡FELICITACIONES!



Vamos a ser sinceros. Todos alguna vez hemos comprado "quemaditos", de hecho lo hacemos más de lo que muchos puedan imaginar. Pero hay películas que requieren atención en la sala de cine, más aún si se trata de una venezolana. Azul y no tan Rosa tiene unas asombrosas 13 semanas en cartelera y sigue... Superó la marca de espectadores registrada por Er Conde Bond y suma más de 350 mil espectadores.  Yo tuve la oportunidad de verla en una proyección especial que realizaron en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez, en el marco del Día del Cine Nacional. Fue una experiencia inolvidable: el ambiente, la euforia, las risas, la gente maravillada y la presencia de su director (Miguel Ferrari) y su protagonista (Guillermo García). Esa noche ellos se llevaron todos los elogios y respondieron las preguntas de un público que no salía de su asombro. Se trata de una de las tramas más interesantes de la cinematografía criolla actual. 


Diego (García) es un fotógrafo de éxito, quien se ve obligado a hacerse cargo de su hijo, Armando (Ignacio Montes), después de cinco años sin verlo. El chico llega desde España cargado de reproches, por lo que a Diego se le hace difícil explicarle su tendencia sexual. Lo mejor de esta cinta es... ¡TODO! No es porque sea nuestra, sino porque Azul y no tan Rosa plantea una nueva forma de hacer cine, sabiendo qué es lo que quiere ver el público para sentirse identificado y conectarse con la historia. Cuando la veía, la persona que estaba a mi lado dijo: "Ya los directores venezolanos atinaron". 


Resulta que hay una mezcla de humor y drama perfecta. A algunos críticos eso les puede parecer un desequilibrio en el género, pero al ver cómo reaccionan las personas ante las escenas no queda duda de que la fórmula da resultado. Además los actores hicieron un trabajo de lujo. Mención aparte para Hilda Abrahamz y Carolina Torres, impresionante la manera cómo manejaron sus papeles. Me da la impresión que Ferrari tomó muchas referencias del cine de Almodóvar. Sin embargo, eso no le quitó su propio estilo. Llevó a término una dirección correcta, presentando un discurso de tolerancia y amor familiar dentro de una estética bien cuidada. Me fascinaron dos escenas: la de la lluvia y la ópera y cuando cantan en Mérida bajo la Luna. Un tema tabú, cuyo desarrollo podría alarmar a los más conservadores y aún así está de boca en boca. Solo me queda decir: ¡Felicitaciones! 



Puntuación: 5 de 5

Una película de sangre y muela


No soy muy seguidora del cine de Quentin Tarantino. Desde que Django Unchained comenzó a sonar, de cara a la temporada de premiaciones, le estuve sacando el cuerpo. La trama de un cazarrecompensas alemán y un esclavo negro, quienes le siguen la pista a unos asesinos, no me animaba mucho. Dicen que el wéstern es un género para hombres. Muy pocas mujeres -salvo excepciones- se emocionan con hombres montados en caballos disparando por todo el Oeste. Sin embargo, me di la oportunidad de verla al lado de mi esposo. Él, por supuesto, estaba superconcentrado. Se notaba su interés por este tipo de películas, nada comparado con los momentos en que vemos alguna de corte romántico. No lo culpo. La historia atrapa desde el primer instante. Este rudo director infunde un toque denso, divertido, sorprendente e inesperado en una cinta dotada de grandes actores.



Jamie Foxx y Christoph Waltz (ganador en el renglón de Mejor Actor de Reparto en los Oscar 2013) hacen interpretaciones increíbles. Se tragan la cinta y dan rienda suelta a la genialidad, dirigida por un cineasta que no esconde sus caprichos; por el contrario, hace lo que le da la gana. Nos ofrece una dosis de sangre y carcajadas en partes iguales. Debo confesar que -extrañamente- no tuve prejuicios ni escrúpulos frente a la pantalla. Cuando todo se pintaba de rojo era cuando más abría los ojos. Y cada vez me maravillaba más con los diálogos. Los personajes iban saliendo uno por uno, como si se tratara de una caja de sorpresas. En la mitad del metraje vi el rostro de Leonardo DiCaprio, quien apareció con el efecto de un drástico zoom in, algo que le aportó más emoción a la escena. Más tarde me rendí a su pies, sobre todo al observar la destreza con la que llevó a término una de las mejores secuencias del filme. ¡Casi se me olvidaba Samuel L. Jackson! Bárbaro, bárbaro, bárbaro. No tengo otra definición.



Todo en Django está orquestado. Cuidan hasta el más mínimo detalle, amén de ser un director meticuloso, dedicado y libre. Uno de los elementos que más llamó mi atención fue la banda sonora. Las melodías se entremezclan para provocar una combinación de sentimientos, tanto, que a veces no sabes si reír o callar. Es cierto, se trata de una película violenta (en especial en el último tramo), pero que también resulta bastante agradable y entretenida. Debo confesar que nunca antes me había hecho tanta gracia una muela... Sí, una muela. ¡Hasta la próxima!

Valoración: 5 de 5