Sí… se puede sonreír en la enfermedad



"Magnífica, hilarante, humanista, inteligente y fresca, sin tener que apartarse un gran trecho del tópico", así define el Diario ABC (España) la película francesa Intocable, y no puede ser más exacto. Cuando comencé a verla no tenía el ánimo suficiente para una trama que me sumergiera en la depresión o me mostrara el “poder de superación” de un hombre condenado a una silla de ruedas. De verdad no quería eso. Sin embargo, a medida que avanzó la historia, me di cuenta de que se esforzaron por crear un guión que no permite que el público se sienta culpable de nada. ¿Cómo puede un enfermo cambiarle la vida a una persona que carece de compasión y que al mismo tiempo lo ayuda a no sentirse tan “miserable”? Eso ocurre con Philippe, un aristócrata que quedó tetrapléjico a causa de un accidente en parapente. Él contrata como cuidador a domicilio a Driss, un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel. Lo más increíble es que la “liga” que forman es única y que, a pesar del drama, los personajes nunca dejan que la cinta se convierta en una sucesión de eventos creados para el lloriqueo y la cursilería.


En ningún momento olvidamos que hay un problema que amarga a Philippe, quien a pesar del dinero que tiene, no puede valerse por si mismo. Lo vemos babearse, sin poder si quiera bañarse o ponerse un pantalón. Peor aún, para él está negada la sensación en su miembro viril, pero en cambio se conforma con el placer que le proporcionan las caricias en sus orejas. Eso es lo llamativo del relato, que al final entendemos que Intocable es una comedia que reconcilia lo irreconciliable. Olivier Nakache y Eric Toledano (directores) lo supieron hacer. 


Yo sólo le quitaría algunas escenas que en sí mismas no aportan mucho. Y quizá le añadiría un poco más de diálogos. A pesar de eso, considero que está rodada primorosamente y que el desarrollo de los personajes es impecable, tanto que quedamos con ganas de conocer a los verdaderos. Los asuntos cargados de tensión los percibimos despojados de toda intención: ligeros, entretenidos y hasta divertidos. Claro, el mensaje - aunque intrínseco-  está, lo que nos permite terminar con una sonrisa y la impresión de que acabamos de estar frente a una de las mejores producciones del año.



5 de 5