El perturbador cadáver de Anna Fritz


Es lunes de Carnaval. La redacción está completamente sola. Paola (una compañera) está sentada frente a su computadora. "¿Qué ves?", le pregunto. Y ella me responde: "Veo tráilers de películas españolas". Enseguida se me iluminaron los ojos. Me encanta ese cine. Comenzamos a conversar, entonces me cuenta: "Acabo de ver uno de una cinta que se llama El Cadáver de Anna Fritz, que narra la historia de una actriz famosa, a quien encuentran muerta en la suite de un hotel". En la sinopsis completa se lee que cuando el cuerpo es trasladado a la morgue, el celador del hospital y sus dos amigos quedan tan fascinados por su belleza que deciden violarla impunemente, sin saber qué clase de infierno vivirán después de satisfacer sus más oscuros deseos. Las dos (Paola y yo) quedamos con una extraña curiosidad y, en medio de la callada sala de nuestra oficina, decidimos verla. La impresión que nos llevamos fue bastante particular. Se trata de un filme con pinta de "malo" (como diríamos coloquialmente), pero en realidad es una pequeña joyita, con un guion retorcido y escenas grandemente perturbadoras, las cuales no te dan chance de relajarte en ningún momento. Pudiera pecar de predecible. Sin embargo, cuando -a mitad de la entrega- alardeas con saber por dónde van los tiros, todo se te derrumba. 


El director Héctor Hernández Vicens, cuyo nombre es primera vez que escucho y -según entiendo-  El Cadáver de Anna Fritz es su único trabajo hasta ahora en la pantalla grande, te lleva por unos laberintos mentales, los mismos por los cuales transitan las tres mentes drogadas de los personajes de la movie. Yo diría que una de las virtudes de la película es precisamente eso, su capacidad para dejarte tocado y hundido sin necesidad de explicarte casi nada. Las respuestas tendrás que resolverlas tú al terminar los 72 minutos de metraje. Leyendo otras críticas, algunos expertos aseguran que debió quedarse en un cortometraje, pues difícilmente daba para más. Yo opino lo contrario. Me complace saber que España se anota otro punto a favor con una producción de calidad extraída de un argumento sencillo, con un tema poquitas veces contado en el cine: la necrofilia. Así El Cadáver... no se va directo al pipote de basura, sino que pasa a ser de esos filmes recomendables que salen en cualquier conversación con un grupo de amigos cinéfilos. De hecho, en 2015 formó parte de la Sección Oficial de Largometrajes del Festival de Sitges (Cataluna). Y si a eso le sumamos su ambientación exacta y su iluminación (toda gris y oscura, tal como una morgue), entonces estamos ante una cosa que vale la pena ver.  ¿Que si le vi algo negativo? Varias cositas, como por ejemplo: la diosa del deseo de la que hablan al principio, la que provoca pasiones en los tres chicos hasta el punto de violarla, no es más que una simple jovencita común y corriente. Pero a mí no me queda más que dejar este pequeño comentario por aquí. Si son amantes de este tipo de pelis extrañas, vayan con confianza. Solo una advertencia: La escenas de sexo con la muerta son un poco incómodas e inquietantes. ¡Nos seguimos viendo!



La La Land: bailando con Ryan Gosling



No soy amante de los musicales. Si no es un clásico de Disney, difícilmente me puede llegar a gustar alguna cinta en la que canten y canten y vuelvan a cantar. Con ese prejuicio me senté a ver La La Land y, aunque al principio me dormí en dos oportunidades (no por la película, sino por un tratamiento médico que tenía en ese momento), fui agarrando un exquisito gusto por ella y, ¿cómo no? Si está Ryan Gosling. Ya eso para mí es más que suficiente. Tengo que confesar que regresé el blu-ray para verla desde el principio nuevamente y fue entonces cuando dije: "Qué maravilla de película". Lo reseñó también José Manuel Cuéllar en el Diario ABC: "Esta entrega destila una persistente belleza a cada minuto que pasa (...) Si la película es una joya, enorme, en sí misma, el final es tremendo, de lo mejor visto en años. Sin duda, una de las mejores de 2017". 


Y a ese punto me quiero dirigir. No había visto un tramo final tan sublime en mucho tiempo. Un poco triste -quizá- pero como me dijo hace poco una compañera -SPOILEER-: "Todo es triste si no quedas con Ryan". -FIN DEL SPOILER-. Pero lo cierto es que estamos ante una trama muy muy deliciosa, con aires de grandeza, pero con ese toque clásico que perdurará en la historia del cine. Con un soundtrack maravilloso y con actuaciones de lujo. Mía es una joven aspirante a actriz, que trabaja como camarera mientras acude a audiciones, y Sebastian es un pianista de jazz que se gana la vida tocando en oscuros bares. Se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima en sus carreras artísticas, amenaza con separarlos.


Al terminar de verla, corrí al teléfono para visitar distintas páginas medidoras y la mayoría tiene 100 por ciento de críticas positivas. En Filmaffinity, le dieron una puntuación de 7.9, una de las más altas. El Padrino tiene ocho puntos, y no he visto alguna película por encima de ese número. Sergi Sánchez, del Diario La Razón, opina: "Es una deliciosa preciosidad que se maquilló para su carrera hacia los Oscar"; mientras que Carlos Marañón, de Cinemanía, escribe: "Como trampantojo de musical a contracorriente, es perfecto. Un artilugio formidable, extraordinario musical. Stone y Gosling hacen que salgas del cine cantando y bailando". A mí solo me queda recomendarla y aconsejarles que se dejen llevar por ese compendio de hermosas imágenes. Baila con Sebastian, abrázalo, bésalo... La La Land enamora de principio a fin. 

Lion mueve las fibras de tu alma


Por primera vez, en mucho tiempo, estoy muy feliz por la selección que hicieron los académicos en esta edición. Todas las cintas nominadas al Oscar 2017 han movido las fibras de mi alma de una manera distinta. Esta vez le tocó el turno a Lion. La quería ver desde hacía varios meses y, cuando la tuve en frente, fue una extrema delicia. El director Garth Davis (quien debuta en el cine con esta película) me hizo viajar con el protagonista en sus dos etapas. Lion está dividida en pasado y presente. Pero el viaje fue tan completo, que no solo fue geográfico (rodado con suma elegancia, por cierto), sino también emocional. Es un retrato de cómo una persona anhela llenar ese vacío de no saber de dónde viene y quién es. De hecho, el final es contundente y necesario para resarcir esa identidad; así que -POR FAVOR- no te levantes de tu silla hasta que veas los créditos. Todo, absolutamente todo, en Lion vale la pena. Cuenta la historia de Saroo Brierley, un niño de cinco años que se perdió en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de casa. Tras un largo recorrido en tren, y luego de superar enormes peligros callejeros, fue adoptado por una pareja australiana. Aquí me detengo para hablar de Sunny Pawar, el pequeño que le dio vida a Saroo en la niñez y quien pasa toda la primera hora de la entrega en pantalla. Él mantiene una actuación que te deja sin palabras, con una mirada infinitamente desoladora y auténtica, transmitiendo cuán perdido se siente. Luego transcurren 25 años y entra Dev Patel, el alma resilente de Lion. Dice la crítica que se trata del rol más complejo que ha hecho este joven actor desde Slumdog Millionaire; tanto que se ganó una nominación al premio dorado, junto con una maravillosa Nicole Kidman (su madre adoptiva en la trama). 


Lo cierto es que este filme, con su narrativa, te destroza. Si eres madre, si perdiste un niño, si adoptaste... ¡Vas a llorar porque sí! Yo lloré las dos veces que la vi. La primera fue con mi esposo y la segunda con mi hija, de 10 años. A todos nos conmovió. Ante las escenas en las que el indefenso Saroo vagaba por las calles, mi niña solo me decía: "¡Ay mami!", hasta que no aguantó más y dejó caer sus lágrimas. Eso produce este gran drama tan espectacular como manipulador, pero con una narrativa que hay aplaudir por la forma en la que te absorbe. SPOILER a continuación: Tremendamente impactante la secuencia en la que el adulto Saroo encuentra su lejana tierra natal con la única ayuda de Google Earth y más impactante aún las imágenes de los personajes reales de la historia. ¡Esto es una obra sin desperdicio y tienes que verla!


Figuras ocultas con muy buenos ingredientes


Es la primera vez que veo una película del director Theodore Melfi. Hidden Figures o Figuras Ocultas, como se le llamó en Latinoamérica, narra la historia "nunca contada" de tres brillantes mujeres científicas afroamericanas que trabajaron en la Nasa a comienzos de los años 60 (en plena carrera espacial, y en mitad de la lucha por los derechos civiles de los negros estadounidenses) en el ambicioso proyecto de poner en órbita al astronauta John Glenn. De entrada es una entrega bastante interesante, que no defrauda y que entretiene a toda costa. Es una de esas cintas creadas con el firme propósito de gritarle al mundo: "¡El racismo y la discriminación son horrible!", así que crea una gran empatía con el espectador. Una de las cosas que más llamaron mi atención fue el excelente reparto y las grandes actuaciones de las tres protagonistas: Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe. A ellas se une un muy creíble Kevin Costner, como el director del proyecto espacial, y Jim Parsons. Este último se despojó del rol de Sheldon Cooper para interpretar al -quizá- personaje más despreciable de la trama. 


Lo cierto es que Melfi hace un homenaje a mujeres de la vida real, que ocuparon importantes cargos y que fueron fundamentales en ese específico escenario, pero que, hasta ahora, habían estado "ocultas". Y, además de revelar un dato desconocido sobre la génesis de los viajes al espacio, el filme resulta uno de los retratos sobre el racismo más reales y contundente del cine, alejado de la opulencia de las películas de esclavitud, pero con igual resultado y sin caer en golpes bajos. De la estética no tengo mucho qué decir, pues no fue lo que ocupó mis sentidos. De hecho, lo que siempre sobresale es el fondo y no la forma. Pero hay que resaltar lo bien ambientada que está y cómo cuidaron cada detalle de la época (vestuario, utilería, peinados...). Lo que muchos están criticando de esta película es su naturaleza amable. Sebastián Pimentel, del Diario El Comercio, dice: "Es la típica historia de reivindicación de minorías". Yo diría que es un producto disfrutable, aunque no es algo que quedará en tu mente mucho tiempo. Sin embargo, se agradece el hecho de que sea una comedia con tintes amargos, donde se aprecia Hollywood en su máximo esplendor y con muy buenos ingredientes. 


Arrival, una explosión de imágenes y sentimientos


Leí hace poco una frase que decía: "Es mejor haber amado y perder que jamás haber amado”. La dijo un poeta británico llamado Lord Alfred Tennyson y me hizo recordar toda la trama de Arrival, una cinta que no puedo borrar de mi mente ni un solo segundo desde que la vi. Confieso que cuando me senté frente a la pantalla, tenía la idea de una película de ciencia-ficción común y corriente, con el tema central y trillado de extraterrestres, pero lo que encontré me dejó maravillada. Ya me preguntaba por qué la Academia la había incluido en la categoría de Mejor Película para esta edición, si casi nunca toman en cuenta el género en cuestión. Y es que La Llegada (nombre en español) tiene que ver con alienígenas, sí, pero va mucho más allá. 


Es una exploración interna del ser humano, de nosotros mismos, de cómo percibimos el tiempo y de cuán responsables somos de nuestro futuro. Es una entrega hermosa, en todo el sentido de la palabra: reflexiva, intensa, provocativa y perturbadora. La emotividad alcanza una expresión máxima, dentro de una atmósfera elegante, extraña y compleja. Es protagonizada por Amy Adams, quien interpreta a una lingüista que es contratada por el Gobierno de Estados Unidos para descifrar un lenguaje extraterrestre después de que una especie de otro planeta llega a la Tierra y se cierna misteriosamente cerca del suelo. No es rareza ver a Amy tragarse completico un metraje con total audacia, pero esta vez observé a una actriz con una interiorizada interpretación, con una admirable profundidad emocional como eje. Pausada, tranquila y al mismo tiempo poderosa. A ella la acompañan Jeremy Renner, Forest Whitaker y Michael Stuhlbarg, aunque -a mi juicio- quedan eclipsados con la grandeza de la exencantada.  


Además de una puesta en escena irresistible, no tengo palabras para describir la manera en la que el director Denis Villeneuve toca la fibra, poniendo en la mesa el amor y la pérdida. También hace uso exquisito del manejo de cámara y explota la delicada fotografía de Bradford Young, quien hace que las imágenes perduren durante largo tiempo en tus sentidos. Sonidos envolventes, revestidos con una banda sonora impecable, a cargo de Jóhann Jóhannsson, también complementan el filme. Una ciencia-ficción muy diferente a todo lo que se ha visto antes en el cine. Por eso, tengo que advertirles que si van creyendo que esto será algo parecido a Independence Day, con efectos especiales y mucha bulla, saldrán de la sala decepcionados y diciendo que Arrival es la cosa más aburrida que han visto en su vida. Al resto lo desafiará este drama adulto, cargado de interrogantes y respuestas que no pueden ser atendidas a simple vista. Sin embargo, agradecerá haberse quedado al llegar a un tramo final perfecto, espléndido, vertiginoso... sencillamente fascinante y sin una pizca de previsiblidad. Dos cosas tengo en mi mente desde la noche que me encontré con Arrival: Una es el tiempo, lineal o no. Y la otra es mi hija...






Moonlight, una sutil y brillante poesía


Desde que comienza la temporada de premios cinematográficos llegan también las recomendaciones. Moonlight es una de esas películas de la que todos, o casi todos, hablan. Es una especie de rareza del mundo del cine independiente que te inquieta y te hace verla hasta el final. Eso me ocurrió a mí, pues -aunque lenta- (otros la llaman paciente) es una pequeña joya en todo el sentido de la palabra. Pretende ser sencilla, pero no... encierra una profundidad grandiosa, mezclada con sutileza y poesía de la más hermosa, pocas veces vista en la gran pantalla. Está contada en tres partes, mostrando a su personaje principal durante su niñez, su adolescencia y su adultez. Chiron es un joven afroamericano con una difícil infancia. Crece en una zona conflictiva de Miami, no esa Miami que todos tenemos en mente, colorida y alegre con playas divertidas. Su entorno es hostil y en él tiene que lidiar con el rechazo y el acoso. A medida que pasan los años, Chiron se descubre a sí mismo y encuentra el amor en lugares inesperados, mientras hace frente a la incomprensión de su familia y a la violencia de los chicos del barrio. 


Me gustó por dos razones: La primera es que se trata de una película de negros sin racismo. El tema del color aquí no es problema. Es, más bien, un retrato íntimo de la búsqueda de identidad social y sexual. Y la segunda es que Moonlight entra en la lista de las escasas aproximaciones centrales a un afroamericano gay en el cine estadounidense. "Bajo la luz de la luna todos somos azules", expresa uno de los personajes en el filme. Esta cinta nos presenta la vida de alguien que, desde la infancia hasta la etapa adulta, lucha para encontrar su lugar en el mundo y descubrir lo que realmente es. Y, tal vez, sí sea algo antes contado en el séptimo arte, pero te aseguro que no así como en Moonlight.


Por otro lado, el elenco está de lujo. Todos proyectan perfección actoral: Naomie Harris, quien le da vida a la madre de Chiron, se convirtió aquí en una total e inesperada belleza. También está Mahershala Ali; con un pequeño pero fundamental papel, encarnando a un vendedor de drogas de apariencia ruda que un día se convierte en una especie de figura paterna para el pequeño Chiron. Y luego están los tres actores que hacen las veces del protagonista en todas sus etapas: Alex R. Hibbert (el niño), Ashton Sanders (el joven) y Trevante Rhodes (adulto). Todos me sorprendieron, pero este último -tengo que confesar- que me dejó enamorada. Su presencia imponente, su cuerpo esbelto y su penetrante mirada reivindicaron al Chiron que sufrió por sus inseguridades en el pasado. De verdad este elegante pero discreto melodrama te deja con esa sensación de que acabas de ver algo que valió la pena. Su director, Barry Jenkins, hizo un gran ejercicio combinando momentos crudos y realistas con otros de expresionismo casi poético. Además posee una preciosa fotografía y una adecuada banda sonora. Luz de Luna (nombre en español) brilla como su título. Humana, sencilla, hecha con corazón... Yo la recomiendo.