A la Deriva


De esos amores que llegan de repente y te cambian la vida, de ese espíritu imparable de aventura y de cómo el coraje y el amor te pueden mantener con vida en circunstancias extremas. De eso se trata A la Deriva (Adrift), una cinta de Baltasar Kormákur (el mismo director de Everest, ¿recuerdan?). Está basada en hechos reales, y narra la historia de una pareja de jóvenes (Tami y Richard) que emprenden un viaje en un velero a través del océano, pero se ven sorprendidos por una de las mayores tormentas jamás registradas. Tras el paso del huracán, tendrán que ponerse al mando para intentar sobrevivir sin comida y sin agua. 

Los protagonistas son los ya conocidos Shailene Woodley y Sam Claflin, ambos correctos y con una química que traspasa el infinito. Sin embargo, es Woodley quien se traga la pantalla con unos registros increíbles y una entrega total al personaje de esa mujer que luchó 41 días para salvar a su novio y salvarse a ella misma. Leí recientemente que, cuando le enviaron el guion por correo, para proponerle la interpretación, ella se encontraba de viaje y no se dio cuenta sino hasta dos meses después. “Lloré cuando leí la historia de Tami Oldham y Richard Sharp. Llamé a mis amigos de inmediato y les dije que haría lo que fuera para filmar esta película. Les dije: ‘déjenme ser parte de ella, por favor’. Luego se convirtió en algo más que yo peleando por el personaje. Se trataba de luchar también por toda la integridad de todo proyecto de principio a fin’”, confesó. 


Y es cierto que ella te mantiene motivado durante el metraje; pero la cinta en sí ya es entretenida, emotiva, competente y muy digerible. Kormákur nos lleva del presente al pasado con el recurso del flashback, algo que a algunos les pareció un tanto desacertado. A mí, por el contrario, me encantó. Te da un respiro de pronto, te saca de la tormenta y te muestra cómo estos chicos se conocieron y tomaron la decisión de vivir esa experiencia juntos. Además, el uso de los efectos especiales le da un plus gigante al filme. 

Por otro lado, tengo que darle un buen puntaje a su ritmo. No aburre en ningún momento, sino que te va envolviendo rápidamente hasta que ya estás con el agua hasta el cuello, al igual que los protagonistas. Definitivamente, un thriller de supervivencia desgarrador y sensible, nada predecible. La corriente te arrastra con su inmediatez, hasta soltarte en un final sorprendente que te dejará sin aliento unos cuantos minutos. Lo mejor: la banda sonora, el guion, sus propiedades visuales y su potente drama. Lo mejor aún: El llanto final de Tami. Estamos ante la mejor actuación de la estrella de Divergente, sin duda.



Aronofsky nunca sabe cómo parar



El cine del director estadounidense Darren Aronofsky es, para muchos, un coctel de delirio y locura. Hace poco leí un reportaje acerca de su estilo, en el cual decían que su narrativa hace mucho énfasis en la obsesión y la pesadilla. Y esta última palabra es precisamente la que describe la película Mother! Para ser sincera, no me sentí nada cómoda con su trama; una trama que te cuesta digerir, que te cuesta entender, que se pasea entre lo ilógico y lo cada vez más ilógico. Su ritmo va aumentando de manera desquiciada hasta que en la pantalla lo único que observas es anarquía total. 


Es muy desagradable todo lo que ocurre ante tus ojos, tanto así que por un momento te invaden risas nerviosas y no sabes si apagar el DVD o quedarte para ver qué carajo es lo que va a suceder. Sí, adivinaron, por supuesto que me quedé. Una vez que comienzas a ver este filme, la intriga se apodera de tus sentidos y es imposible abandonar. Ese es uno de los puntos buenos, así como las sórdidas actuaciones de su dupla principal (Jennifer Lawrence y Javier Bardem). En mi opinión, salvan por mucho este festín de irracionalidad, con el que no quisiera toparme jamás. Por eso seré franca y le haré la recomendación únicamente a los que tienen la capacidad de apreciar este tipo de cinefilia. No es para todo el mundo.


A una mujer (Lawrence) la toma por sorpresa el hecho de que su marido (Bardem) deje entrar en casa a un centenar de personas extrañas. Poco a poco el comportamiento de su esposo va siendo más extraño, por lo que ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo sin control. 

Es destacable, para qué negarlo, cuán importante es en Mother! sacudirnos emocionalmente, aún cuando la película carezca totalmente de sentido. Su contundencia es palpable y muy atrevida. Solo me queda añadir que Aronofsky está bastante crazy y que, una vez que arranca, no sabe cómo parar. ¿Recuerdan Black Swan? Bueno, así… 

Una pequeña joya cómica y espeluznante


Es casi inexplicable pensar que, a pesar de años de “evolución” social, todavía exista el racismo. Eso es -quizá- lo que más aterra al ver Get Out. Resulta que esta es una película de intriga y terror, un thriller psicológico y abrumador a través del cual el debutante Jordan Peele pone sobre la mesa temas tan incómodos como reales. Lo hace de manera magistral, seduciéndonos desde el principio con una trama que nos inquieta y nos descompone hasta el punto de querer que avance más rápido para descubrir qué ocurre. Y es tan correcto su trabajo que encontró un lugar en la edición 90 de los Oscar, desafiando las barreras que pone ante la academia su propio género. Está nominada a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Original y Mejor Actor para Daniel Kaluuya. Por cierto, vamos a hablar de él, de Kaluuya. Me atrevo a decir que nadie sabía de su existencia antes de este filme (yo era una). Sin embargo, su actuación es una cosa brutal, bestial… Provoca regalarle esa estatuilla desde ya, en serio. The Associated Press lo nombró Artista Revelación de 2017. Mención especial para ese tramo final, en el que se convierte en dinamita pura (tranquilos, no los voy a spoliar). 


Lo cierto es que Peele nos entrega un híbrido rarísimo y al mismo tiempo demasiado funcional. Parece mentira ver cómo la narración también coquetea con la comedia y con ese toque de humor negro que te hace bajar la tensión y el misterio de vez en cuando. Un joven afroamericano visita a la familia de su novia blanca. Para Chris (Kaluuya) y su prometida Rose (Allison Williams) ha llegado el momento de conocer a los futuros suegros, por lo que ella lo invita a pasar un fin de semana en el campo con sus padres. Al inicio, Chris piensa que el comportamiento complaciente de los padres se debe a su nerviosismo por la relación interracial de su hija, pero a medida que pasan las horas, una serie de descubrimientos inquietantes le llevan a descubrir un secreto espeluznante. 

Eso es precisamente lo mejor de Huye (título que le dieron en Venezuela). La película es una pequeña gran joya, capaz de unir consistentemente varios géneros para contarnos una verdadera pesadilla. Además nos impresiona con sonidos envolventes y una música impecable que le inyecta fuerza a su ADN. En fin, todo está en un nivel muy alto: su guión calculado, las actuaciones, el ritmo, los diálogos y una fotografía que te mete de lleno en la historia atrapándote sin remedio. Pero creo que mejor me voy despidiendo, pues podría caer en información añadida y contar detalles que ustedes no quieren saber si no la han visto. El mayor placer que nos da Get Out es ir atando los cabos y encontrarnos al final con esa sorpresa por demás retorcida y arriesgada que te dejará sin aliento cuando veas aparecer los créditos en la pantalla. Mi conclusión, algo que siempre digo y lo reafirmo: No hacen falta grandes cantidades de dinero para crear una película tremendamente exitosa. ¡No queda más que recomendarla!



Te provoca un hormigueo en todo el cuerpo


No sé cómo comenzar a hablar acerca de The Shape of Water porque la sensación con la que terminas después de ver esta película es tan inexplicable como maravillosa. Guillermo del Toro nos regaló una fábula digna en unos tiempos en los que el cine (el buen cine) parece estar dormido. Y lo hace de una manera tan elegante y poderosa que no encontramos las palabras para agradecerle. Qué bueno que los académicos lo hicieron con esas 13 nominaciones que le otorgaron para esta novena edición de los Oscar. Ocurre que esta entrega baila entre el drama, el romance y lo meramente fantástico. Te cuesta digerirla porque sabes que criaturas así no son reales (¿O sí?), pero al mismo tiempo te parece que el amor que estás observando es más puro y más real que cualquiera que hayas visto en la vida fuera de la pantalla. 


Elisa (Sally Hawkins) es una joven muda que trabaja limpiando un laboratorio en 1963, en plena Guerra Fría, y allí se enamora de un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra recluido para múltiples experimentos. Una trama bastante confusa, considerando que -si partes de las necesidades de los protagonistas- tendrías que analizar una serie de aspectos psicológicos que luego más tarde (al final de los créditos) terminas debatiendo durante horas. Pero antes de tirármela de experta en esa área, déjenme mejor decirles que Hawkins te empapa con una actuación adorable, poderosa, pícara… Te envuelve con sus gestos y con sus señas sin necesidad de hablar y sacando adelante un personaje mudo que desde ya es icono en el cine, sé que sí. Y él (Jones) interpreta al ser más tierno, sangriento y sexy que jamás había visto en el séptimo arte. 

Todo eso bajo la estremecedora y acertadísima música de Alexandre Desplat, quien también está nominado en la categoría de Mejor Banda Sonora. Sin embargo, no puedo obviar los comentarios que me hicieron antes de verla, cuando algunos dijeron que The Shape of Water era -incluso- superior a El Laberinto del Fauno. No lo creo. Son cintas distintas e iguales en partes casi proporcionales. Lo cierto es que en esta oportunidad Del Toro sigue seduciendo con ese estilo particular de hacernos sentir que estamos en un universo paralelo, en un mundo completamente ajeno a este. 


No podría seguir escribiendo esta crítica sin hablarles de más, así que mejor se las recomiendo enteramente; es decir YA. Salgan a buscarla donde sea que ustedes tengan por costumbre y por facilidad encontrar los títulos de la temporada. No se van a arrepentir. La escena de sexo, al mejor estilo La Bella y la Bestia pero con mayor misticismo y sutileza, es lo mejor del filme. Como diría Robbie Collin en Telegraph: "Te provoca un hormigueo en todas las partes del cuerpo, algo que otras películas no pueden hacer”.

Pd: La primera parte del metraje es un poco lenta. Luego se vuelve avasallante y poderosa hasta un tramo final más que glorioso.

“Perdonar es soltar la garganta del otro”


Lo voy a advertir de una vez: Escribiré este artículo sin nada de objetividad. Lo haré desde mis sentimientos y con las emociones que La Cabaña afloró en mí. A quien no le haya gustado la película, puede seguir de largo. Al que la amó, como yo, lo invito a que se quede y me lea. También son bienvenidos los que aún no la han visto pero creen en Dios y en el poder que opera desde lo más irreal posible. La crítica especializada la odia y la cataloga como “basura”. Para mí ha sido un filme profundo, hondo… Un bálsamo que solo tocará el corazón de quienes se abran sin prejuicios y sin estigmas religiosos. La historia está basada en el libro de William Paul Young, que lleva vendidos más de seis millones de ejemplares en todo el mundo desde su publicación en 2009 y que, con los años, se ha convertido en uno los grandes exponentes del género “novela cristiana”.


Después de sufrir una tragedia familiar, Mack Phillips (Sam Worthington) cae en una profunda depresión que lo lleva a cuestionar todas sus creencias. Sumido en una crisis de fe, recibe una enigmática carta donde un misterioso personaje lo cita en una cabaña abandonada en lo más profundo de los bosques de Oregón. A pesar de sus dudas, Mack viaja al lugar donde se encontrará con alguien inesperado. Este encuentro lo conducirá a enfrentarse a importantes verdades, que no solo transformarán su comprensión de la crisis y el dolor, sino que harán que su vida cambie para siempre. Seré más específica, y me disculpan si los spoleo, pero Mack se encuentra con Dios. Lo extraño es que no es el Dios que todos imaginamos y ahí radica lo interesante del filme.


Las personas creemos tener alguna o total convicción del conocimiento de quién es Dios. La Cabaña nos presenta algo que nos conecta con un ser más simple. Un ser que hace todo lo posible por ponerse en el lugar del hombre para que este camine con él. Y, por supuesto, responde interrogantes que estoy segura de que todos en algún momento -ateos o no- se han hecho: ¿Dónde está Dios cuando ocurren actos atroces en el mundo? No lo voy a responder yo aquí. Vean la cinta, si gustan. Además el protagonista de Avatar tiene un registro grandioso, amén de sus momentos de llanto, esos que le salen desde adentro (Imposible no llorar con él. Y si no lloras, al menos sientes una punzada en el pecho). Por otro lado, también aparece -¿ADIVINEN?- ¡Octavia Spencer! Donde está ella, estoy yo, en serio. Octavia es una actriz que le otorga credibilidad y nombre a cualquier proyecto y siempre sale airosa. Nunca he visto una mala actuación de su parte. Es genial y brillante. 


La fotografía de Declan Quinn no tiene pelones a lo largo del metraje, recurriendo a los brillos y a las siluetas iluminadas (y tornándose, sí, un poco manipuladora pero preciosa). La música de Aaron Zigman es sublime, en especial durante el último tramo. Quien sepa el nombre del tema que acompaña la escena cumbre, me lo puede indicar, por favor. Esa escena, por cierto, es la más criticada y -para mí- la más desgarradora, la más hermosa. En fin, una cinta odiada y amada. He leído a algunos espectadores decir que La Cabaña trabaja con cada persona de manera diferente, así como hace Dios. Sin embargo, en Rotten Tomato la recepción no fue buena. Obtuvo un ranking aprobatorio del 19 por ciento, basado en 42 reseñas, con un rating estimado de 4.4/10. El consenso general en el sitio manifiesta que "plantea un mensaje innegablemente digno, pero que es mal servido por un guión que confunde la elevación espiritual con clichés melodramáticos y sermones pesados". Y en Metacritic la película tiene un puntaje promedio de 32 sobre 100, indicando "reseñas generalmente desfavorables". Aún así yo viví una experiencia íntima, muy íntima. The Shack me tocó y se quedó en mí, sobre todo una frase: “Perdonar no es olvidar. Es soltar la garganta del otro”. ¡Hasta la próxima!

No Respires podría enfermarte de los nervios


Cuando ves el tráiler de No Respires (Don't Breathe), ni siquiera te imaginas lo que está a punto de ocurrir. Crees que es una de esas películas del montón, de las que te prometen suspenso pero terminan siendo normalitas porque el argumento ya lo has escuchado por ahí. ¡Pues no! Esto es más de lo que puedas predecir. Es un filme asfixiante y literal, que le hace honor a su nombre al cortarte el aire desde adentro. ¡Te lo juro! Jamás había deseado tanto que un metraje llegara a su fin. Si no terminaba, yo iba a morir de un paro cardíaco allí mismo. La entrega del director uruguayo Fede Álvarez es tan buena y tan perturbadora, que se convierte más bien en algo masoquista. Y lo peor es que te gusta. Quieres salir de esa agonía pero, igual como ocurre con los protagonistas, no hay escapatoria.


Unos jóvenes ladrones creen haber encontrado la oportunidad de cometer el asalto perfecto. Su objetivo será un ciego solitario, poseedor de miles de dólares ocultos dentro de su vivienda. Lo malo es que, tan pronto como entran en su casa, serán conscientes de su error. Se encontrarán atrapados y luchando por sobrevivir contra un psicópata con sus propios y temibles secretos. Esa es la sinopsis a priori. Sin embargo, no te cuenta nada. Tienes que estar frente a la pantalla para vivir en carne propia lo que esos muchachos experimentan por querer darle un giro a la vida de pobreza que llevan. Pero, una vez que están en las entrañas de esa mansión, desearán no haber planeado ese robo nunca. El dueño del dinero es un demonio, es más, es Satanás; un ser inteligentísimo, hábil, silencioso y MUY MUY perverso. Los atrapa en sus redes y los vuelve nada. Para colmo, tiene un aliado: un rottweiler, a quien -por cierto- deberían darle un Oscar ya. 


Hay varios puntos a destacar en No Respires: El primero es el excelente manejo del suspenso (como hacía mucho tiempo que no veía) y la tensión. Esta última no decae en ningún momento. Se mantiene hasta el último minuto. Lo otro es la ambientación y fotografía. Mención especial a una secuencia que se rueda en la penumbra. Ya con eso, la película obtiene demasiadas estrellas. También me gusta el hecho de que Álvarez haga uso de la quietud para ponerte la piel de gallina. Aquí no hay sangre excesiva, no hay saltos trillados con la ayuda de la banda sonora. Es un ejercicio cinematográfico muy bien logrado, que complacerá a los amantes del género. No hay grandes diálogos pero los personajes están todos correctos. Y es impredecible, gracias a un guión con excelentes vueltas de tuercas. En fin, es una producción vertiginosa e implacable. Yo te la recomiendo con la advertencia de que podrías salir sufriendo de los nervios. ¡Agárrate de la silla bien fuerte!

PD: Fede Álvarez confirmó que está trabajando en la secuela.


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Wonder Woman nos devuelve la esperanza


Leí en una crítica, donde hablaban del rotundo éxito de la Wonder Woman de 2017. Decían que -en definitiva- hay vida después de Nolan. Y, pues, es cierto. Resulta que Patty Jenkins (quien hasta ahora solo se había destacado por realizar series de televisión) nos trae una sólida película que ha dejado con gusto a los amantes del DC, sobre todo después de que cintas como Batman vs Superman o Suicide Squad resultaran desastrosas para varios. Pero más allá de toda esta grata sorpresa cinematográfica con la que nos encontramos en la pantalla grande, está esa sensación de que al fin nos premiaron con una heroína digna de lo que estábamos esperando. Lo dije al salir de la sala y lo repito ahora: ella te inspira, te llena de esperanza y te regala un poquito de su fuerza para salir a luchar contra cualquier enemigo (es una pequeña analogía para los que vivimos en Venezuela). 


Aquí Diana sigue siendo el icono con el que crecimos; cree en la paz, en el amor, en que aun hay bondad en este mundo y eso es justamente lo que le hacía falta a este universo: un poco de esperanza. Antes de ser la Mujer Maravilla, era una de las amazonas entrenadas para ser una guerrera invencible. Fue criada en una isla paradisíaca protegida, hasta que un día un piloto americano (Chris Pine) tiene un accidente y acaba en sus costas. Él le habla de un gran conflicto existente en el mundo (la Primera Guerra Mundial), y Diana decide salir  para detener esa terrible amenaza. Mientras lucha junto a los hombres en la guerra, la heroína descubre todos sus poderes y, de paso, su verdadero destino.


Hay un punto a favor, muy a favor, de esta cinta: Gal Gadot. Ella se roba la admiración de todos los espectadores con un rol acertadísimo. A pesar de que en principio fue víctima de duras críticas (decían que no tenía la condición física apropiada para el papel) esta actriz israelí se las juega todas y nos convence en gran manera. Su actuación ingenua e infantil, cuando sale por primera vez al mundo, junto con su despliegue acrobático en las escenas de combate, no tiene desperdicio. Gadot está sencillamente genial. Y, por supuesto, no dejemos atrás a Pine, quien tiene un encanto especial en esta trama y fue -además- un bastón para la protagonista. Ambos muestran buena química, en especial en esas escenas donde también hay un humor bastante sabroso. En definitiva, un filme entretenido y reivindicador, cargado -eso sí- de excesivo CGI. A algunos esto último les molestó, otros lo apreciaron. Lo que no se puede negar es que nos toca aplaudir de pie a esta chica que nos devuelve el ímpetu y las ganas de comernos al mundo con todo y Ares. 


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