Como un payaso en un velorio



No voy a decir que perdí dos horas y media de mi vida, no. Diré que luché por no dormirme durante dos horas y media de mi vida. Lincoln es una de esas películas hechas con espíritu patriótico, con una textura política muy buena (para qué negarlo), pero que por encima se le ven las ganas de querer calar en la Academia, como -de hecho- lo hizo. La figura histórica de Estados Unidos está presente en el cuerpo de Daniel Day-Lewis, quien más que impresionar con su actuación, lo hace con ese asombroso parecido físico que hay entre él, el maquillaje y el famoso presidente. La propuesta de Steven Spielberg confirma aquello de que a los votantes les encanta dejar bien en alto su país. Para eso, cuenta con gente como este director.


Lo que no me cuadra es que yo esperaba encontrarme con una biopic y en su lugar tuve que lidiar con la pelea congresista por aprobar la enmienda número 13 de la Constitución, la cual aboliría definitivamente la esclavitud. De ahí que el titular me parece un poco engañoso. Es cierto que Lincoln fue el impulsor, pero en este relato se convierte en un personaje más en medio de los tantos que intervinieron en el asunto. Como ya sabemos, la enmienda salió; así que no hay mucha sorpresa y la cinta se hace más aburrida que un payaso en un velorio. La "acción" comienza mucho después de la mitad, cuando -entre gritos y papelitos escritos a mano- el congreso arde. También es interesante ver las subtramas, aunque pudieron dar para más (la relación del mandatario con su hijo y su esposa, el romance que mantenía el personaje de Tommy Lee Jones con su criada negra), en fin. Diálogo, más diálogo y más diálogo... que si lo hubiese sabido me voy a la biblioteca y leo un libro al respecto.


La puesta en escena no se puede criticar, pues de Steven Spielberg siempre se espera una bien soberbia. En esta producción se cumple como debe ser, tanto en interiores como en exteriores. Mantiene una línea que no varía: habitaciones oscuras, mesas largas donde se hacen las negociaciones, trajes acordes con la época y muchos elementos que calan en el contexto. Cuidaron bien cada detalle, lo que pasa es que eso no lo es todo en una movie. Yo tengo que admitirlo: No llegó a emocionarme nunca, ni siquiera cuando interrumpieron una función en el teatro para decir: "Le dispararon al presidente". Lincoln es elogiada por su nombre y apellido, no por mucho más. Yo no la recomiendo, aunque todas las del Oscar "hay que verlas". Elige tú.



Valoración: 2 de 5

Gente "común y corriente"



Hay ocasiones en que los motivos para querer ver una película son sencillamente los actores, y cuando los observamos en plena interpretación, entonces queremos quedarnos. Con Silver Linings Playbook sucede. Comienza la trama, dirigida y escrita por David O. Russell (basada en un libro de Matthew Quick), y vemos a un Bradley Cooper que no se parece en nada al que estaba perdido en Las Vegas, un hombre bipolar, cuyo tratamiento en el hospital psiquiátrico ha terminado, pues sus padres decidieron que podían "curarlo con mucho amor". Ya te atrapó. El papel del guapetón de moda de Hollywood en realidad es muy bueno, digno de la nominación que le hicieron en el Oscar. El personaje está perturbado por un pasado y unas imágenes que no salen de su mente: su esposa "bañándose" con otro en la ducha de su casa. De ahí que a cada rato decae y hay que mandarlo a callar con urgencia. Sus gritos, sus acciones violentas, su neurosis y su mal genio son como para soltarle a todo pulmón un grandioso "¡YA BASTA!". Entonces entra la sexi Jennifer Lawrence, pero resulta que ella también es tremenda loca. Otra actuación fascinante que rinde tributo a la gente con desvarío y verborrea.


La cinta comienza con un planteamiento interesante y, a pesar de que no tiene un ritmo favorecedor, logra captar la atención de la audiencia gracias a esos trabajos tan logrados del acertado reparto, amén de un Robert De Niro reivindicado, aunque sin dejar su piloto automático, y de una Jacki Weaver correctísima. El problema de Silver Linings Playbook es que camina por unas sendas y desemboca en otras. Por ahí leí que Russell metió "gato por liebre", al presentar un inicio compulsivo y hasta dramático, para luego rematar fácilmente con un final que cabe completico en cualquier comedia romántica. No es que a mí específicamente me haya molestado. Sin embargo, los directores deberían ser fieles a la premisa y no engañar a los espectadores tratando de resolver todo a la carrera. ¿Un baile seductor frente a unos jueces, un toqueteo, una cartita con palabras dulces y un beso de telenovela pueden sanar la desenfrenada locura? No me parece. Sin embargo, la recomiendo. Al menos es entretenida y un rato bueno pasarás, sobre todo porque te hará recordar a algunos conocidos con luchas, angustias, desórdenes y obsesiones... Gente normal, común y corriente (¡sí, Luis!), de esa que anda por ahí al lado tuyo.

Valoración: 3 de 5



Belleza fílmica jamás contada


Entre tantos títulos bulliciosos, como Argo o Lincoln, se encuentra una obra magnífica y visualmente impresionante que también está nominada a Mejor Película en los Oscar. Se trata de Life of Pi, dirigida por el chino Ang Lee, quien es recordado por la controversial Brokeback Mountain. En esta oportunidad nos ofrece una historia totalmente diferente: tras un naufragio en medio del océano Pacífico, el joven hindú Pi queda en un bote salvavidas con un único superviviente, un tigre de bengala con quien labrará una emocionante, increíble e inesperada relación. Aquí el director imprime un estilo al que no nos tenía acostumbrados y el relato, basado en una novela de Yann Martel, traza un camino de iniciación, meditación y sentido de fe. Por lo tanto, el ejercicio autorreflexivo es inevitable después de ver a ese hombre tratando de reencontrarse con su espiritualidad.


No quiero hablar de más ni expresar cuál fue mi interpretación, fallaría y entonces revelaría una parte importante de la trama. Además, el final es profundamente asombroso y cada espectador -luego de quedar con la boca abierta- tendrá que sentarse a sacar sus propias conclusiones. Richard Parker (el tigre) es tan pero tan fundamental en esta película, que sin él no habría nada. Sí, así como lo leen. Con una personalidad impresionante, ese animal se adueña de la pantalla y se encarga de que no desviemos nuestra mirada ni un solo momento; acompañado -por supuesto- de la gran actuación de Suraj Sharma. Lee cumple lo que se propone y atrapa con fuerza al espectador, presentando una analogía con delicadeza y extremada astucia. De ahí que invita a las personas a obtener una parábola a su medida. Yo, por ejemplo, creo que Dios siempre estuvo allí, arriba, mirando a Pi.


Sin embargo, ese no es el propósito principal de Life of Pi. No pretende crear un debate en cuanto a las creencias religiosas preconcebidas, sino cautivar al público con un conjunto de imágenes (aunque generadas por computadora) preciosas. Al verlas nos damos cuenta de que el cine puede ser entendido como puro espectáculo visual. Claudio Miranda merece el Oscar a la Mejor Fotografía. De lo contrario, yo misma tomo un avión y pido una audiencia con los académicos. Definitivamente, esta cinta es lo nunca visto, absolutamente nueva y expuesta con emoción, dulzura, tacto y coraje. En Life of Pi la narrativa cinematográfica se reinventa. Está pintada a mano y el realismo mágico jamás había sido tan mágico y real al mismo tiempo. Belleza fílmica de primera mano. Recomendadísima. ¡No se la pierdan! VER TRAILER


Valoración: 5 de 5