Vibrante película palomera


Dentro del lenguaje cinematográfico coloquial se encuentra el llamado “cine palomero”. Este término nació en México para definir  las cintas con las que sólo vamos a pasar un buen rato, sin detenernos a analizar o a pensar demasiado. Generalmente, se les acusa de ligeras o intrascendentes. En cierto modo es así pero, a fin de cuentas, no le hacen mal a nadie. Todos, en algún momento de la vida, hemos salido de la oficina cargados de trabajo y lo único que queremos es pasar un buen rato. ¿Qué hacemos? Llamamos a nuestra pareja o a un grupo de compañeros cercanos y les proponemos ir al cine. No es por casualidad que en esos instantes escojamos la típica “película palomera”.


Otro punto importante que hay que conocer de esta definición es que abarca géneros con alto contenido de sexo, comedia o acción. Y me detengo en este último, pues pertenece a la entrega que me interesa ahora: Imparable (Unstoppable), una producción dirigida por Tony Scott, en la que actúan inteligentemente Denzel Washington, Chris Pine y Rosario Dawson en los papeles protagónicos. La sinopsis: un tren cargado de material altamente tóxico e inflamable avanza sin conductor descontroladamente llevándose todo por delante. Un veterano mecánico ferroviario (Washington) y un joven chofer (Chris Pine), ejecutarán un ingenioso plan desde otra locomotora para intentar pararlo antes de que descarrile en un área densamente poblada y provoque un desastre nacional.


No es un películón, ni presenta nada novedoso. De hecho tiene unos cuantos predecesores muy famosos, como: Pánico en el Tokio express, de Japón; Speed, Sin Control o el telefime El tren de la muerte.  Sin embargo, Scott se esfuerza por ofrecernos una trama sencilla y efectiva. La maneja con habilidad y hace que nos quedemos casi dos horas disfrutando sin pesadez o aburrimiento. Si hay algo destacable es que las secuencias de acción son rodadas prácticamente sin efectos digitales, sólo se recurre al ordenador si es necesario. Eso le aporta credibilidad a la historia, la cual está inspirada en hechos reales.


Con respecto al reparto, considero que todos cumplen con lo requerido en el guión. Washington se mueve como pez en el agua en este tipo de papeles en los que debe actuar como el héroe. Pine nos cautiva (sobre todo a las mujeres) con su grata presencia y sensible interpretación, dejando evidencias de que no sólo es un lindo rostro. A mi parecer tiene carrera futura. En conclusión, Imparable posee profundas raíces en el cine palomero, nos permite liberarnos y dejar fluir emociones… una excelente terapia. Pero MUCHO CUIDADO, este no debe ser nuestro único tipo de cine. Ya eso es otro cantar. ¡Hasta la próxima!


Placeres culposos

Hace algunos días, un compañero del Twitter habló de los placeres culposos dentro de los gustos cinematográficos. Aquellas películas que sabemos que no son brillantes pero nos gustan sin remedio. Me preguntó cual era la mía, le respondí y se generó una conversación con otros usuarios fanáticos del séptimo arte. Así duramos tres horas, aproximadamente. Resulta que recordé a Marlye y yo (2009), una "supuesta" comedia dirigida por David Frankel y protagonizada por Jennifer Aniston y Owen Wilson. Muchos comenzaron a "acribillarme", pues diferían del hecho de que en realidad se tratara de una comedia. En cierta forma es cierto, y creo que el problema parte de su tráiler y/o póster, a través de los cuales nos venden una trama basada en la vida de una pareja joven que, al casarse, compran un adorable cachorrito MUY travieso...
Hasta ahí todo está bien, lo que sucede es que el animalito crece inmediatamente y ya no se trata de una cinta acerca de un cachorrito, sino de un perro adulto. La parte cómica tampoco dura lo suficiente como para que la gente se desgaste a carcajadas. Poco a poco vamos experimentando un cambio en el género, hasta que llegamos a presenciar el más conmovedor drama. Y es precisamente ese drama lo que emociona y permite que salgan a flote los sentimientos guardados en algún rincón del corazón. ¿Quién alguna vez no ha tenido una mascota tan especial que la siente parte de la familia? Aún si no te gustan los animales, créeme, podrías llorar. Por lo tanto, el que diga que no es una buena comedia tiene la razón, sencillamente porque no lo es.  
Ideal para verla en familia. Sin embargo -A CONTINUACIÓN REVELARÉ ALGUNOS DETALLES CLAVES DE LA HISTORIA, ASÍ QUE ESTÁS A TIEMPO DE DEJAR DE LEER O ARRIESGARTE A SABER- deberían abstenerse las personas que acaban de vivir una dolorosa experiencia con un perrito muy querido. También deben evitar que los niños, cuyas mascotas han muerto recientemente, la vean. Es probable que se depriman. Con respecto a las actuaciones, tengo que felicitar a Wilson por alejarse de sus acostumbrados papeles de tonto y presentar una interpretación creíble. Aniston no está mal pero se nota igual que en otras cintas. En conclusión, Marley y yo es uno de mis placeres culposos. Y el tuyo, ¿Cuál es?

Todo depende del ánimo

El deseo de ver una película tiene mucho que ver con el estado de ánimo, al menos a mí me ocurre. Cada vez que me dispongo a disfrutar del cine primero me analizo y trato de reconocer en mi interior cómo me siento en ese momento. En algunas ocasiones - la mayoría, lo reconozco- estoy con unas ganas de enorme de presenciar una trama romántica. En otras circunstancias no tengo ningún problema en ver alguna de acción o de misterio. Pero la última no la supe escoger, y no por el hecho de que sea mala, sino porque no combinó con el estrés que traía de un intenso día de trabajo y un cansancio que no sale de mi cuerpo desde hace una semana. Estoy hablando de 127 horas, cuyo inicio aparenta ser muy ligero, pero que a mitad de camino te sumerge en una dolorosa angustia difícil de sobrellevar.
El director es Danny Boyle, el mismo de la tan aclamada y multipremiada Slumdog Millionaire. En esta oportunidad cambia un poco su foco y recrea una historia basada en la vida real: Aron Ralston (un increíble James Franco) es un alpinista estadounidense que en 2003 tuvo un trágico accidente mientras hacía senderismo en Blue John Canyon (Utah). Tras el desprendimiento de una roca, cayó en una grieta y la dichosa roca quedó trabada aplastando su antebrazo derecho y atrapándolo contra la pared del cañón. A partir de ahí, el espectador debe esperar una hora y 10 minutos para saber cómo saldrá el joven de tan desesperante situación.
Lo bueno es que Boyle no pierde tiempo en preámbulos y va directo a lo que interesa. Antes introduce uno o dos personajes para que Aron los recuerde durante su prisión natural. Se nota dinamismo. Los movimientos de cámara son inusuales pero importantes. Además, los elementos utilizados para evitar la monotonía son excelentes y entretienen. En pocas palabras, es visualmente ágil. Lo más extraordinario es una escena que impacta e incomoda al mejor estilo de Saw. Tal vez sepan de qué se trata pero no diré una sola palabra y seré solidaria con aquellos que no saben absolutamente nada de 127 horas. ¡La recomiendo!