POCAS HISTORIAS COMO ÉSTA

Cuando yo comencé a escribir mi columna prometí no sólo hablar de las películas más sonadas o de las que estuvieran de estreno en la cartelera cinematográfica. Dije que le daría cabida a producciones que hicieron historia o a aquellas que pasaron desapercibidas pero que su calidad y bienhechuría fueran realmente loables. Este preámbulo lo hago para comentar acerca de una producción mexicana del año 2007, que recientemente me dejó asombrada por muchas razones. Se trata de La Misma luna, protagonizada Kate del Castillo y el ya no tan niño Adrián Alonso. Éste último es quien se llevó mi admiración, pues ya se conoce el don histriónico que tiene Kate y la hemos visto en infinidad de proyectos. Sin embargo, ver a un "chamaco" -como dirían ellos- actuando de una forma tan magistral y sin ningún indicativo de, al menos, un pequeño error no tiene nombre. Él se devora la película solito.
La trama es un poco repetitiva, pues menciona una y otra vez el tema de la emigración mexicana hacia Estados Unidos (EEUU). Sí, eso les da en la yaga a nuestros hermanos aztecas, aunque no por eso vamos a criticarlos. Cada país tiene sus dolores: el narcotráfico, la delincuencia, los nazis.... En fin, ya saben. Patricia Riggen (directora) dijo en una entrevista que el mensaje va mucho más allá. Según ella es una entrañable historia de amor entre una madre y un hijo separados por la frontera. Rosario (Castillo) trabaja de manera ilegal en EEUU mientras que su madre cuida de Carlitos (Alonso) en México. Tienen cuatro años sin verse, hasta que el niño decide embarcarse en una angustiosa travesía para encontrarla. Esa es una de las partes más desesperantes, porque en el camino enfrenta retos muy difíciles. Logra movernos las emociones al imaginarnos que algo parecido pudiera pasarle a un hijo propio.
También están las tremendas participaciones secundarias, incluyendo a un acertado Eugenio Derbez en el papel de Enrique. Carmen Slinas, Ernesto D'Alessio y Sonya Smith también "se la comen". La cinta llenó todas mis expectativas y hasta la actuación especial de Los Tigres del Norte me gustó. Es una maravillosa producción, con un maravilloso elenco y un maravilloso guión. La disfruté de principio a fin. Búsquenla, es necesario verla. Hasta pronto.

DISNEY NO PIERDE SU MAGIA

Es una experiencia realmente encantadora sentarse frente a la pantalla del cine y ver Enredados. La nueva entrega de Disney (la número 50 de los clásicos) es una película entretenida, que cumple todas las funciones y se adapta con facilidad al entendimiento de los más pequeños. Tiene un guión ligero y un hilo narrativo que no aburre. Está basada en la vieja historia de Rapunzel, una princesita a quien tienen encerrada en una torre, pues posee la fuente de la juventud y salud eterna. La bruja Gothel la arrebató del lado de sus padres cuando era bebé, y durante años le ha hecho creer que es su mamá. Todo se complica cuando el bandido Flynn Ryder, el más buscado del reino, entra por equivocación al cuarto de la chica de 18 años, quien lo toma por rehén y lo obliga a sacarla del cautiverio en el que vive.
A partir de ahí, la trama sumerge al espectador en una verdadera aventura musical. Se acerca mucho a los cuentos de princesas de épocas anteriores como: La Sirenita o La Bella y la Bestia; de hecho está última llega a la memoria al observar una de las escenas finales, en la que el príncipe se debate entre la vida y la muerte y Rapunzel llora en su regazo. El romance también tiene su dosis exacta. La química entre los protagonistas es innegable. Ella con mentalidad un poco infantil, arriesgada y divertida y él un Don Juan, cautivador y extremadamente protector. Hacen la pareja perfecta. Claro, en ningún momento caen en lo cursi. Repito, todo está equilibrado... como debe ser. Hasta los personajes secundarios (un camaleón y un caballo) tienen una participación necesaria.
Enredados posee un elemento que se ganó toda mi atención. Se trata de la voz de Chayanne, la cual da vida al "héroe" de la historia. No sé si yo estaba muy pendiente del doblaje o es que efectivamente se nota demasiado el sello del cantante puertorriqueño. Cada vez que Flynn Ryder habla, ríe, grita o canta es como ver en persona al intérprete de Provócame; hasta se parecen físicamente. La voz de la mexicana Danna Paola en el dibujo animado de Rapunzel no es tan obvia. Lo otro destacable es la parte técnica y el diseño artístico. Excelentes, sin dejar de nombrar la banda sonora de Alan Menken, el mismo que realizó la de La Sirenita, Aladdín, Pocahontas, El Jorobado de Notre Dame, Hércules, entre otras. Él siempre aporta sensibilidad, ternura y emoción. Sólo tengo un pero: no es posible que hayan convenido mostrar la puñalada que la bruja le propina al príncipe. Muy mal, considerando que el público principal está conformado por los tan perceptivos y cuestionadores niños. Me despido.

LAS COMEDIAS ROMÁNTICAS NO CAMBIAN



En varias ocasiones he quedado con las ganas de ver cierta película después de apreciar velozmente el tráiler. Paso días y días apartando un tiempo aquí y sacando ratos por allá para ir al cine y, al salir de la sala, no encuentro la satisfacción que esperaba. Realmente no sé qué está pasando con las comedias románticas de la temporada. No ha habido al menos una que me emocione al máximo. En este caso la experiencia fue con Amor a distancia (Going the distance, por su título en inglés). Al saber que la eternamente intermitente Drew Barrymore era la protagonista, supuse que sería buena. Con Justin Long no me entusiasmé tanto pero igual iba con ganas. Lo cierto es que, si hay algo salva esta cinta, es la actuación de ambos... y no es excelente. Existen muchas fallas en el guión, pues una y otra vez los directores caen en los clichés, en los lugares comunes y en los gags rebuscados. Eso ya cansa.

La documentalista Nanette Burstein debuta en este largometraje mostrando más de lo mismo. Erin (Barrymore) es una aspirante a periodista que no está interesada en una relación estable. Garret (Long) acaba de quedar soltero y tampoco busca compromisos. Sin embargo, los dos se conectan después de una aventura que comenzó con una noche de "sexo loco" y un desayuno a la mañana siguiente. Los problemas se dan cuando la chica en cuestión tiene que regresar a San Francisco y el recién enamorado queda extrañándola en Nueva York. A partir de ahí, inician una lucha para no dejar morir el amor y tratar de que la "relación" sobreviva aún cuando los separan miles de kilómetros. Cómo acaba la cosa, al final, es lo de menos. En el proceso el espectador va perdiendo el interés y cuando cae en cuenta está viendo la escena del tradicionalísimo beso final.


Como para rellenar el tiempo decidieron complementar el dúo romántico con los amigos, quienes tienen la vida convertida en un desastre pero que, en los momentos menos esperados, dan sabios consejos. Está la hermana de Erin, interpretada por una acertada Christina Applegate, en un papel de obsesiva compulsiva que le queda muy bien.  Charlie Day y Jim Gaffigan también tienen una participación necesaria. Por supuesto, los tira y encoge son los aburridos. Incluyen celos, desconfianzas, discusiones y una gran variedad de situaciones conocidas. Sólo vi con sutileza una escena de lágrimas realmente conmovedora. Dios quiera que en el futuro lleguen propuestas más admirables. ¡Hasta la próxima!