Un duelo, una mujer y un tiburón


Terror puro y duro es lo que nos ofrece en esta oportunidad el español Jaume Collet-Serra (si el nombre de este director no les suena, entonces recuerden cintas como La Huérfana o La Casa de Cera). Él puso en pantalla el guion de Anthony Jaswinski y lo hizo con precisión y buen gusto, dándonos una de las películas minimalistas más interesantes de los últimos tiempos. Hablo de The Shallows, mejor conocida en Latinoamérica como Miedo Profundo. Nancy (Blake Lively) es una joven que trata de superar la pérdida de su madre. Un día, practicando surf en una solitaria playa mexicana, se queda atrapada en un islote a solo 100 metros de la costa. El problema está en que un enorme tiburón blanco se interpone entre ella y la orilla. 


Vamos a estar claros, pocas cosas nos asustan tanto en la vida como un tiburón, sobre  todo después de que Steven Spielberg se las ingeniara para sembrar ese temor en nuestra mente sin ninguna posibilidad de que nos abandone algún día. Entonces, si partimos de ahí, ya esta cinta tiene el terreno más que ganado. A eso le sumamos la actuación de Lively, quien se tira prácticamente todo el metraje encima. Ella está mucho más impresionante que su coprotagonista (el tiburón), sin duda. Gran acierto de Collet, cuya preferencia últimamente ha sido Liam Neeson. 


Escasos diálogos, no mucha variedad de escenas y The Shallows nos envuelve, nos atrapa con esa perfecta fotografía de Flavio Martínez Labiano. Un filme disfrutable, sin desperdicio, que -a pesar de ser serie B- se enaltece. Es inteligente y efectista. Un brutal duelo, una espeluznante simbología del acoso a una mujer o a quien sea... Me agrada el hecho de que este cineasta nunca se detuvo ante la austeridad de la puesta en escena. Aquí la única locación es esa playa, en la que ocurre una batalla a muerte entre la inteligencia humana, el instinto y la naturaleza. Hay tensión TODO el tiempo, jamás te aburres. Cada toma hace que los minutos que van pasando merezcan la pena. Lo único no tan plausible es el final (algo flojo), pero no les diré nada más. Véanla con confianza. Se le agradece a Collet que, en medio de tanto remake, nos regale una película sencilla, potente, con una mujer ruda, un gran animal y -de paso- una graciosa gaviota que también se roba la atención. 

Valoración: 4 de 5


Un Tarzán muy disfrutable


Vamos a obviar el hecho de que este Tarzán (para mí) es uno de los más guapos que ha aparecido en la pantalla grande. Alexander Skarsgård es cara, músculos y virilidad en su máxima expresión. Sus abdominales se marcan aún en los planos abiertos. Pero ese es otro tema. La leyenda de Tarzán (2016) arranca con el exvampiro de True Blood como el aburguesado John Clayton III, lord inglés que ha recuperado los escudos familiares y ha abrazado el progreso hasta el punto de no querer ni oír hablar de la jungla. Es su esposa Jane (la aún más bella Margot Robbie, ¡Dios! ¡Qué mujer tan guapa!) la que lo convence de volver al Congo Belga ante las noticias de esclavismo y sobreexplotación de la que les llegan. Tarzán acepta regresar a casa pero una vez allí tarda en sustituir los mocasines por el taparrabos y solo se monta en liana cuando la trampa tendida por el siempre malísimo Christoph Waltz pone en peligro a su familia selvática. Ayudado por un Samuel L. Jackson (antiesclavista y pistolero como de wéstern de Tarantino), el protagonista se amolda a esta incursión oscura del director David Yates (Harry Potter y las Reliquias de la Muerte-Parte II). 


Lo que me llama la atención es que a pesar de ser una película familiar, en esta oportunidad tiene más de eso y va a ser muy difícil que un niño se quede tranquilo ante su trama de conflicto político y venganzas. Aquí no están presentes las gracias de Chita (de hecho Chita no existe), ni mucho menos hay escenas cómicas. Los gorilas parecen humanos y los códigos icónicos de sexualidad e instinto primitivo no están tan escondidos. Lo que no puede negarse es que la película tiene un montón de diversión, y llámese diversión a entretenimiento de ese que te deja pegado a la butaca sin querer mirar nada más. 


Yates hizo una revisión que no tiene casi nada que ver con la historia original y sin embargo ofrece todo lo que queríamos ver de este personaje, como por ejemplo lo que pasó con él después de salir de ese mundo en la jungla. Esta nueva versión es asombrosa en su estilo, enérgica y de gran presupuesto. Está bellamente realizada, tanto que podría repetir sin miedo que es la mejor cinta no animada de Tarzán en mucho tiempo. Nos ofrece un buen equilibrio entre el drama y la acción vigorosa. Para terminar, presten especial atención a la escena con los leones (hermosa, sencillamente hermosa) y a la pelea que tiene Skarsgård con su "hermano" mono, muy digital pero disfrutable al 100 por ciento.



Puntuación: 4 de 5 

TERROR EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN


Esa extraña sensación que te invade cada vez que miras una película de terror. Esas ganas de que alguien encienda la luz para poder atravesar la sala de tu casa sin que aparezca algún fantasma. Y esa necesidad de esconderte del mal y quedar totalmente a salvo debajo de la cobija. Todo eso y más se apodera de tu mente, alma y cuerpo cuando ves El Conjuro 2. Eso sí, no se vale hacer trampa. Hay que apreciarla en plena noche, cuando ya todos los demás duermen y en la sala del cine solo quedan unos pocos con más miedo que tú.  Esta secuela dirigida de nuevo por James Wan no defrauda en lo absoluto. Hace todo lo que querrías que hiciese una segunda entrega. Sin embargo debes entender que esto es divertimento puro en su máximo expresión; así que, si tu mente no es capaz de soportar la dosis de fantasía que posee, entonces es mejor que pases de largo. Neil Genzlinger, de The New York Times, dijo: "Es un entretenimiento, no un documental".


Aún así considero que uno de los mejores elementos de The Conjuring 2: The Enfield Poltergeist (título original) es el guion de los hermanos Hayes. Ellos logran sumergirte en la historia real de una manera tan eficaz, que al terminar la película sales corriendo a investigar en Internet acerca de los personajes verdaderos que experimentaron los sucesos más diabólicos jamás contados. Aquí se presenta otra vez un caso de los renombrados demonólogos Ed y Lorraine Warren. Para resolverlo viajan al norte de Londres con el fin ayudar a una madre soltera que vive con sus cuatro hijos en una casa plagada de espíritus malignos. Son en total 133 minutos en los que Wan no se regodea nunca, al contrario, logra mantener al espectador en vilo con el poder de la narración y uno que otro guiño a cintas como El Resplandor o El Exorcista (esta última la sentí presente en el último e insuperable tramo). La cinta comienza poniéndote los nervios de punta, luego hace que entres en calor con uno que otro salto, para al final lanzarte hacia arriba de forma drástica y sin piedad. Y te deja con esas ganas de decir: “Te la recomiendo”.  


Y es que este director conoce su oficio. No estoy segura de decir que la segunda parte supera a la primera, pero puedo dar fe de que algo impactante me envolvió en todo momento. La composición y la atmósfera llena de tensión hacen que la casa donde se desarrolla la trama cobre vida. Además, ahora hay niños involucrados y unos personajes sobrenaturales que paran el pelo. Vera Farmiga y Patrick Wilson vuelven a dar la talla, junto con la necesaria y plausible  actuación de Frances O'Connor. No me queda más que agradecer que aún sigan haciendo esto: regalándonos películas inteligentes desde una evidente maestría neoclásica. PD: –SPOILER- Durante los créditos finales aparecen las conversaciones originales de los esposos Warren con el demonio, unas grabaciones que jamás habrás querido oír… Hasta la próxima.


5 de 5

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