Terror en justa proporción

La película de turno es una de terror. Los cinéfilos que me escriben siempre me sugieren dedicarle algunas líneas a esas producciones que nos dejan varias noches sin dormir o que nos causan sobresaltos en ciertas escenas. Para complacerlos vengo con El Eco, una cinta del director filipino Yam Laranas, quien supo hacer un buen trabajo, adaptando la obra original (de su misma autoría) a un ritmo sosegado pero muy exacto. Se trata de un filme que se ubica en un lugar privilegiado dentro del género. Claro, con esto no quiero decir que llega al nivel de obra maestra, simplemente es un producto recomendable, con un protagónico fuerte en las manos del joven Jesse Bradford. Pudo dar mucho más, sí, pero logra su objetivo al mostrar una ambientación casi perfecta.
Bobby (Bradford) acaba de salir de la cárcel, luego de cumplir una condena por homicidio involuntario. Trata de rehacer su vida mudándose al apartamento de su madre, quien murió mientras él estaba tras las rejas. A su llegada, es plagado por extrañas ocurrencias. Está rodeado de vecinos raros, en especial una familia que vive al lado y que es víctima de la violencia doméstica. Bobby lucha por descubrir la verdad y salir con vida de ese lugar. Partiendo de esa sinopsis es que podemos destacar lo bueno de la entrega. El edificio donde se desarrolla la mayor parte de la trama es antiguo, tétrico, gris y deteriorado, lo que le da mayor fuerza al argumento y hace que el espectador entre en el ambiente que requiere este tipo de relatos.
¿Qué le critico? Quizá un poco de inconsistencia en el guión y el hecho de que Laranas decida recorrer lugares comunes. Por ejemplo: la forma de espantar utilizando niños y el aspecto de algunas imágenes que ya las hemos visto en otras películas parecidas. El final tampoco fue el mejor, pero no es el primero ni el último cineasta que recae en esos clichés. Lo bueno es que hay una gran carga dramática en el personaje principal quien, además de lidiar con los eventos sobrenaturales y el recuerdo de su madre, desea reconquistar a la mujer que ama y obtener un lugar decente dentro de la sociedad. Eso oxigena los momentos terroríficos, que -por cierto- están tremendamente bien mezclados. Poco le faltó a El Eco para ser redondo. No es la maravilla del siglo, pero lo puedes ver un domingo a las 12.00 de la medianoche.


La asesina más sexy

Generalmente, las películas de acción están protagonizadas por hombres forzudos y rudos; caballeros de la actuación, a quienes no les importa ponerse esa etiqueta en la frente. Sólo al verlos se nos viene a la mente una escena de explosiones, metralletas o persecuciones en carros que corren a más de 150 kilómetros por hora. ¿Qué ocurre cuando toda esa imagen se centra en la silueta de una mujer? Puede ocurrir que el espectador no se lo crea y comience a catalogar la cinta de inverosímil. Por ejemplo: aquella cinta llamada Enough, donde Jennifer López interpretó a una ama de casa maltratada que planea una mortal venganza contra su exesposo. Recuerdo que en esa oportunidad (2002) una mente masculina expresó después de verla: 'Qué mentira tan grande". Ahora ocurre algo similar con Colombiana, la nueva entrega escrita por el famoso guionista Luc Besson y dirigida de Olivier Megaton.
A los 10 años Cataleya Restrepo (Zoe Saldana) presencia el brutal asesinato de sus padres por los secuaces de Don Luis, un líder del tráfico de drogas de Colombia. Cataleya se las arregla para escapar de las balas y llegar a Chicago, donde vive su tío Emilio, también un gánster. Él hace todo lo posible para alejar a su sobrina de la vida criminal, pero ella está decidida a convertirse en una asesina profesional. A los 25 años ya es una verdadera sicario a sueldo, pero su único deseo es vengar la muerte de sus seres queridos. Ver a la  protagonista de Ávatar en ese papel me pareció una experiencia grata, mas no extraña. La estadounidense tiene el porte y la actitud para personificar a una dama completamente ajena a las convencionales. Debo admitir que, pese a ciertas críticas no constructivas, el proyecto me gustó y no me pareció tan palomero como se escucha en los rincones cinematográficos.
No hay que ser muy exigente al momento de observar Colombiana. Mi consejo es: si no tienes la capacidad para tragar algunas escenas un tanto fantásticas, entonces ni te molestes. Busca otra para que disfrutes sin sufrimientos y sin decir: "¿Es en serio?". Hay muchos clichés y el primero comienza con una mujer sexy que lleva un arma encajada en su ropa interior. Sin embargo, estoy segura que a los hombres no les molestará eso. Megaton está correcto en su dirección. Si hay que poner un pero en la parte técnica se lo atribuiría a la secuencia con los tiburones que parecen comiquitas. Lo mejor: una entregada Zoe Saldana, con un cuerpazo entrenado que se mueve al son de la banda sonora. 

Así comenzó todo

Cuando los remakes o las secuelas ya no dan más, y cuando los directores buscan alguna manera de ganar dinero entreteniendo al público con una historia más o menos parecida, entonces aparecen las precuelas. Aquella película basada en la novela del escritor francés Pierre Boulle (El Planeta de los Simios) conquistó a las viejas generaciones e inmortalizó al actor Charlton Heston como uno de los mejores profesionales del antiguo cine. De hecho, ese título se mantiene en la punta de la montaña. Es un gran cásico. Pero lo que le siguió no fue tan exitoso, sobre todo aquel intento de Tim Burton por querer explotar la taquilla con una entrega que llevó el mismo nombre y que se estrenó en 2001. La crítica especializada la destruyó y los espectadores no quedaron muy satisfechos.
Pareciera que la escalera se hubiese desbarrancado desde la última entrega. Ya no era posible lanzar al mercado otro filme llamado El Planeta de los Simios, pues auguraba un desastre seguro. Sólo hubo alguien que se arriesgo y jugó la mejor carta: Rupert Wyatt. Este director decidió retomar a los simios para contar el inicio de toda la cosa. Romper el misterio, desvelar secretos y explicarle a los seguidores de la saga cómo llegaron esos animales a dominar sobre la raza humana no sonaba tan descabellado. Rick Jaffa y Amanda Silver escribieron el guión y junto a otro elenco (James Franco, Andy Serkis, Freida Pinto, Brian Cox y John Lithgow) le dieron forma a un relato que no defraudó los gustos. Muy buenos comentarios son los que han surgido para Rise of the Planet of the Apes (2011) y -hasta ahora- ha recaudado un total de 176 millones 140 mil 806 dólares. Eso quiere decir que esta sí resultó.
Will Rodman (Franco) es un científico que trabaja para una corporación farmacéutica, dirigiendo una investigación genética que desarrolla un virus benigno para recuperar el tejido deteriorado del cerebro humano y así encontrar una cura para el alzhéimer. Los monos son los conejillos de india. De repente el proyecto se paraliza pero Will decide seguir investigando desde casa junto con Caesar (Serkis), el único simio sobreviviente. El fármaco produce resultados inesperados, y Caesar empieza a experimentar una evolución tan notable que cambiará el transcurso de la historia. Lo mejor de todo es que la película presenta paso a paso la evolución de Caesar, creando una gran empatía con el público. Por otro lado, la calidad de los efectos digitales aquí es notable. Con la expresividad de Serkis (quien nunca asistió al set de grabación, sino que prestó sus gestos) estamos ante un CGI casi perfecto. Una producción bien facturada que dio en el clavo.

Claustrofóbicos abstenerse


Paul Conroy (Ryan Reynolds), padre de familia y contratista civil en Irak, despierta en un viejo ataúd de madera sin saber quién lo ha puesto ahí, ni por qué. Todo lo que él sabe es que casi no puede respirar y que, por una u otra razón, le dejaron en sus manos un Blackberry. No se crean que ustedes (espectadores) sí sabrán qué hace él en ese angustioso hueco que pareciera estar debajo de la tierra. Conforme vamos viendo el relato, nos vamos enterando a cuenta gotas, y junto con el protagonista, de los hechos. Y no sólo nos enteramos, sino que nos desesperamos hasta el punto de querer dejar de ver la cinta, pero no... que va, eso es imposible. Buried (Enterrado) te deja tan atónito que al final no podrás ni hablar. Nunca había visto un filme tan apasionante y claustrofóbico en toda mi vida. No hay necesidad de escuchar diálogos, ni de disponer de efectos especiales; aquí la sencillez es la magnificencia. Durante los 95 minutos que dura, lo único que presenciamos es una escena con escasas tomas. Eso es lo mejor.


Les sigo contando: Paul dispone de muy poco oxígeno, su contacto con el exterior se limita al móvil con la mitad de batería y con una precaria cobertura.  Tras largo rato de agonía, descubrirá que lo secuestraron y que salir vivo de ahí dependerá de que alguien pague su rescate. La película comienza en la más absoluta oscuridad, el sonido es el único aliado del público. La tenue luz de un encendedor hace que detallemos a Reynolds por primera vez. La frustración, la agonía, el miedo y la impotencia de ese hombre se adueñan de nuestro cuerpo. Yo me sentía testigo de la situación por experimentar la misma sensación de Paul. Sufrí, lloré y descargué mi rabia al final. No despegué mi vista de la pantalla jamás. El director (el español Rodrigo Cortés) logra esa conexión entre la gente y el personaje, mostrando sólo un escenario.

Ryan Reynolds durante el rodaje.
Lo más excitante es que muchos se preguntarán: ¿Qué tantas cosas pueden pasar en un ataúd? La respuesta es: DE TODO. Lo que tú menos te imagines le ocurre a Paul dentro de esa caja que no le permite casi ni moverse. El dinamismo, la fluidez y la iluminación son tres elementos fundamentales en esta producción, sin dejar a un lado la actuación del canadiense. Él no se mueve, habla poco y no tiene interacción con nadie... Aún así transmite miles de sentimientos. También hay que aplaudir los toques de humor que aporta el guión, pues eso nos ayuda a liberar la tensión. Creo que es una cinta demasiado completa, diferente a muchas y con una carga emocional y psicológica sumamente intensa. Un thriller de alta calidad que no pueden ver los claustrofóbicos ni en juego.


Un clásico difícil de olvidar


Cuando El Rey León comienza, al espectador se le eriza la piel. Si es niño o adulto no importa, las emociones que siente son las mismas, aunque desde diferentes perspectivas. Este clásico de Disney está tan bien hecho que dudo mucho que alguien quede indiferente ante sus escenas, secuencias y reflexiones.  La mayoría de los seguidores del cine animado lo tiene como favorito y lo considera el más majestuoso de los estudios. La fascinación de su arranque, cuando Mufasa y la madre de Simba tienen ese sentimental acercamiento, se convierte en el gancho. Ahora que volvió al cine en formato 3D, las nuevas generaciones apreciarán su esplendor por primera vez en la gran pantalla.


Yo perdí la cuenta de las veces que he visto este filme. En mi niñez y adolescencia lo repetía hasta el cansancio, después de que mi padre me llevó a un gran teatro que servía para ver películas a finales de los 80. Después de convertirme en madre aumentó el número. Tal parece que le transmití a mi hija la admiración. Aquí abunda el amor de familia, la relación padre-hijo, la amistad y la superación personal. Se centra en la idea de la pérdida del destino y su recuperación. Los temores y los traumas sí se escalan, según la experiencia del protagonista, en quien cae todo el peso de la historia. La producción sigue las aventuras de un joven felino que lucha por asumir las responsabilidades de la vida adulta y su compromiso como rey de la selva.


A lo largo del metraje hay varios momentos inolvidables que resultan creíbles. Creo que es una de las pocas películas de Disney que presenta una trama tan real, tan humana. El personaje principal tiene una carga psicológica muy intensa y la transmite al público. ¿Cómo olvidar la cara de Simba cuando se da cuenta de que su padre está muerto? Minutos después su tío lo acusa de asesinato y el ambiente se torna sombrío. La planificación y ejecución de las secuencias poseen una calidad cinematográfica única. Son minuciosas y bien cuidadas todas las escenas. La manera de presentarnos la transformación física e interior del personaje principal también es loable. Eso, junto con las canciones de Elton John (la banda sonora ganó dos Oscar) convierten esta entrega en una maravilla que el verdadero fanático no se cansará de disfrutar jamás. Si aún tuviera que rebobinar la cinta de VHS para volver a verla, lo hiciera sin problemas. Ver tráiler.