HAGO REVERENCIAS

Y yo sigo aquí lanzándole flores al cine venezolano. Tal vez sea porque cada vez me enamoro más de él o porque ciertamente se están haciendo productos de calidad. Pude ver La Hora Cero en su pre estreno en Maracaibo y salí de la sala ORGULLOSA, no sólo por la impresión que me causó el esmero que dedicaron a los detalles, sino porque las actuaciones son grandiosas. Todas, sin excepción, hacen que esta cinta supere a unas cuantas de Holywood. No estoy exagerando. Se cumplió al pie de la letra lo que prometió el director, Diego Velasco. Hay acción de la buena, a primera vista no se notan los errores -aunque tendría que verla una segunda vez, pues siempre los hay- y además no aburre. Tal como él lo dijo: "Para los pelos de principio a fin".




Narra la historia de un sicario apodado La Parca (Zapata 666), quien secuestra una clínica privada para salvar al amor de su vida, Ladydi (Amanda Key). Está ambientada en 1996, cuando los doctores y los enfermos vivieron la peor huelga médica de la historia del país. Tiene un alto impacto social, y una carga reflexiva que hace pensar: ¿Quiénes son los buenos? ¿Quiénes son los malos? ¿Dónde están los culpables? y ¿Dónde están los inocentes? No deja a nadie indiferente, sobre todo porque involucra personajes universales: malandros, policías, políticos, periodistas, pobres, adinerados y hasta misses.



La primera frase del guión abre los sentidos y define la esencia del filme: "¡Me dicen La Parca porque traigo la muerte, si toco a tu puerta estas listo!". Claro, sospecho que todavía es muy difícil que el cine criollo escape de los barrios de Caracas, pero a lo mejor fue lo que nos tacó... "Es la realidad", dicen por ahí. ¿Puntos positivos? Varios: Laureano Olivares es uno. Su personaje (El Buitre) oscila entre lo rudo y lo cómico, tiene una gran picardía y logra empatía con el espectador. También destacan Erich Wildpret, como el doctor Cova; Marisa Román, como la reportera Verónica; Albi de Abreu, como el camarógrafo Jesús; Rolando Padilla, como el gobernador y Ana María Simon, como Márgaret. Sólo me queda -como siempre- recomendarla. Llega el 8 de octubre. ¡No se la pierdan!



RECOMENDABLE


En medio de la emoción por la postulación de Hermano en los Oscar 2011, me había olvidado de Habana Eva. La película de Fina Torres también es digna de ser comentada, pues se nota una vez más el progreso del cine venezolano y nos arrebata un poco la pena de recomendarla. Sí, como lo leen, es completamente recomendable, a pesar de que no posee un guión “rompe cocos”, sino más bien convencional. Pero está impregnada de comedia, romance y realismo mágico. La tragedia asoma su rostro, pero en un porcentaje muy bajo y amparado en el humor. Cuenta la historia de una joven con sueños de grandeza, quien camina por la fascinante y deteriorada Habana. Esta ciudad –por cierto- comparte protagonismo.


Las actuaciones no son nada del otro mundo, pero cumplen su función. En el papel principal, aparece la criollita Prakriti Maduro con un look parecido al que mostró en la telenovela Voltea pa’ que te enamores. Su acento cubano convence a ratos, así como su aspecto de chica sensual. Juan Carlos García –a mi juicio- está igual que en los dramáticos de Venevisión, en físico y en esencia. Creo que aportaron mucho más los otros actores cubanos, incluyendo a dos ancianas que hicieron el papel de viejas “verdes”, literalmente hablando. Hay elementos buenos y verdaderamente originales, excepto la típica escena del beso bajo la lluvia.


Lo otro atrayente es la música: adecuada, actual y complementaria para cada escena. Todo apunta, sin mayores pretensiones, hacia el siempre recurrente tema femenino que imprime Torres en sus obras. Claro, eso no quiere decir que no la puedan ver los hombres. Se trata de un tributo a la revolución de la mujer luchadora y con independencia sexual, algo que queda comprobado en el gracioso final. Muchos y muchas quedarán con un dulce sabor en la boca. Aún está en el cine… ¡Anímate!

ENAMORARNOS DEL CINE NUESTRO

Es imperdonable que a estas alturas del "partido" no le haya dedicado una entrega completa de mi columna a Hermano. La vi casi en su estreno y hoy me reivindico alabándola por todo lo que ha logrado. Lo último fue la postulación como representante de Venezuela en la carrera por los Oscar 2011. Qué alegría tan grande y qué orgullo sería verla en el renglón de las cinco cintas que compiten todos los años para ganarse el premio de Mejor Película Extranjera.
Sin embargo, hace poco descubrí que a veces no basta con que la producción sea buena, sino que depende del bolsillo del autor para poder hacer trámites de promoción y divulgación en los Ángeles. Afortunadamente, y para esperanza de los fanáticos, ésta pudiera tener ambas cosas. Es una historia que en realidad impresiona y, además, tiene 10 semanas de exhibición. Espero que Marcel Rasquín haya ahorrado algún dinerito y tenga las "maneras" de moverse en medio de los votantes de la Academia.



La ópera prima del director venezolano resulta la obra actual mas solvente del cine nacional. Probablemente sea el inicio de una evolución. A pesar de que el arranque es trillado (un barrió de Caracas como entorno de los protagonistas, pobreza extrema y una madre soltera y trabajadora), el argumento que se maneja dentro de todo es diferente. Daniel (Fernando Moreno) y Julio (Eliú Armas) son hermanos de crianza con diferentes personalidades y una misma pasión: el fútbol. Juntos luchan por convertirse en jugadores profesionales y dejar atrás sus precarias vidas.
Lo mejor, a mi juicio, parte precisamente de quienes tienen a su cargo el mayor peso de la trama. Son dos chicos completamente desconocidos, cuyas caras nunca antes habían estado en la pantalla grande, pero resulta gratificante verlos actuar de forma tan acertada. Otro punto a favor son las excelentes tomas de los partidos y los encuadres. Está muy bien hecha. Como me comentó Rasquín una vez: "Es profunda y emocionante, sencilla y cruda... Va al grano y derrama sentimientos".

SON COMO TONTOS

No hubiese querido ver esta película... Ojalá no me hubiera pasado por la mente, pero a lo hecho pecho. Al menos me sirvió para comprobar que ninguna comedia de Adam Sandler ha llegado a tener 20 puntos, y eso que una vez más funge como productor. Son como niños es capaz de divertir a los más jóvenes, a los que no necesitan un buen argumento dentro de un filme, sino que se conforman con una recopilación de chistes malos, comunes y tontos. Todo gira alrededor de mujeres bonitas, maridos dominados, niños groseros o malcriados... en fin, prácticamente no hay historia. La trama -si se puede llamar así- cuenta las locuras de un grupo de amigos, quienes se reencuentran 30 años después tras la muerte del entrenador de básquet de la infancia. Hasta ahí, no hay más.

Esta es la clásica cinta donde los actores la pasan mejor filmándola que los espectadores viéndola. Se nota que Sandler buscó a los compañeros con los que trabaja desde hace tiempo (Kevin James, Rob Schneider, Chris Rock y David Spade) y seguramente el rodaje debe haber sido una fiesta, pero el resultado no es bueno. También vemos a una floja Salma Hayek, con un supuesto papel protagónico, aunque deja mucho que desear. Había razones para esperar una gran comedia norteamericana. Lamentablemente, las expectativas se caen al transcurrir 20 minutos de metraje. Hay momentos en los que el espectador quisiera que llegara el final lo más rápido posible. Hablo de mi experiencia, claró está.

El problema no son los elementos comunes o las ideas poco trabajadas. Después de todo, las producciones hollywodenses con toques cómicos no han tenido mucha evolución durante varios años. El error está en el poco interés que le pusieron al guión: dejaron muchos hechos aislados, resulta desesperantemente previsible y es aburrido. Sencillamente no causa demasiada gracia. De todas formas, sé que los gustos son diversos y si eres seguidor del protagonista no me harás caso. Yo sólo te digo: no te arriesgues.