Un beso con Richard Gere

Casi siempre los temas que hablan acerca de las segundas oportunidades, del valor de arriesgarse con un nuevo amor y de las soledades son bien recibidos.  Al menos 50 porciento de la población femenina ha tenido que superar problemas en su matrimonio, olvidar el pasado y seguir adelante. Pero... qué pasaría si, al presentarse la ruptura en la relación, la dama tuviera la dicha de encontrarse a un hombre como Richard Gere (en físico y esencia), que la ayude a recuperar la confianza y la haga sentir plena. Seguramente, en este momento las opiniones de mis lectores estarán divididas. Aquellas romanticonas darán un suspiro y los hombres -quizá- expresarán un comentario, por demás, sarcástico.
Resulta que, en medio de un centenar de cintas me encontré con Noches de tormenta, en donde se reúnen por tercera vez el actor de los ojos pequeños y Diane Lane (la penúltima producción que hicieron juntos fue Infidelidad). No se trata de LA PELÍCULA del año, de hecho se estrenó en 2008 sin mucha bulla y con pocos adeptos. Sin embargo, no me avergüenza el hecho de sentirme atraída ante este tipo de tramas y, con toda seguridad, puedo decir: me gustó. ¿Tiene fallas? Sí. Los primeros 30 minutos no son buenos, se hace un tanto lenta y sobran escenas. Pero después de la tormenta comienza la historia que realmente importa.
Si me pidieran elaborar una nueva lista con los mejores besos del cine, el de estos protagonistas quedaría en uno de los primeros lugares. Porque, claro, no podemos robarle el número uno al de Ryan Gosling y Rachel Mcadams en The Notebook. Aquí experimentamos otras emociones: seguridad, abrigo y una fuerza que demuestra lo impredecible que puede ser el destino. El director George C. Wolfe cuida mucho la fotografía y la música. Además permite al espectador saber que es posible amar, dejar de amar, volver a amar y dejarse amar...

El secreto de Campanella

De Argentina salió una obra hace dos años. No sé si llamarla maestra, aunque creo que está cerca. Pasó un año para que ganara el Oscar a Mejor Película Extranjera y dos para que se estrenara en Venezuela. El Secreto de sus Ojos es una de esas grandes entregas difíciles de olvidar. Es memorable, estéticamente perfecta y dirigida a cabalidad por un autor integral: Juan José Campanella. En este caso ubica al actor Ricardo Darín (insuperable) en el centro de una historia dramática y en extremo romántica, que a ratos se pasea por la comedia y en otros intenta robarse algunos elementos del thriller y el suspenso.
De entrada nos damos cuenta de que hay dos tiempos narrativos: el presente de los protagonistas y un suceso que se produjo en los años setenta. Se reconstruye un crimen que marcó la vida de los personajes principales. Un hombre que trabaja en un juzgado bajo las órdenes de un juez debe investigar la muerte de una joven a manos de un amante enloquecido. Años después ese hecho será el motivo que lo impulsará a escribir una novela, una excusa del director para abordar temas como la soledad, el amor imposible, la amistad y la justicia.
El ritmo no es rápido. Al desarrollo le cuesta evolucionar, pero sólo por la razón de que, durante la primera parte, se dedican a la construcción de los personajes. Al final agradecemos el hecho de llegar a conocerlos muy bien. La segunda parte nos dirige cuesta arriba, para luego hacernos caer por un precipicio en donde está un impactante desenlace jamás imaginado. Sin contarles mucho, y sabiendo que a los que no la han visto mis palabras les serán un tanto desconocidas, tengo que decirles que la mejor escena transcurre en un ascensor. Casi experimento un paro cardíaco por la tensión que produce. Cuando la vean me darán la razón. Sin embargo, nada se compara con el plano secuencia del estadio de fútbol, en donde se presenta una persecución filmada con la misma cámara. Magnífica en su totalidad. ¡Disfrútenla!

Discurso no comparable

¿Es tarde para hablar de la gran triunfadora del Oscar? Yo creo que no. El discurso del rey (The king's speech) se encuentra en cartelera y sigue siendo vista por cientos de fanáticos. Admirada por la mayoría e ignorada por un selecto grupo, la cinta de Tom Hooper deja al espectador con un buen sabor de boca. Un sabor que tiene que ver con la perseverancia, las ganas y -sobre todo- la amistad. La primera escena muestra cómo será el desarrollo: una trama que acapara por completo la figura de Colin Firth, como el tartamudo Jorge VI. El camino que recorre hacia el micrófono, por medio del cual tiene que dirigirse a una expectante audiencia, es similar al que lleva a los condenados hacia la silla eléctrica. Eso es lo que nos hace sentir el personaje, quien transmite con grandeza sus miedos e inseguridades.
La película atrapa al espectador con creciente interés, no desde el principio pero sí a medida que avanzan los minutos y nos metemos paulatinamente en la piel de una persona con serios problemas existenciales. Se trata de una premisa bastante sencilla y un guion estructurado con magia a partir de un hecho real. Los que van en contra de ella han expresado numerosas críticas a través de las redes sociales, sobre todo comparándola con La red social (esta ha debido llevarse los méritos, según ellos).Argumentan que no hay motivo alguno para que The king's speech se adueñara del gusto total de La Academia de Hollywood. "No es para nada memorable", comentan. Yo difiero. Estoy consiente de que no es la obra maestra capaz de sobrevivir por años, pero sí hará que recordemos a su protagonista: soberbia actuación, asombrosa imitación de la tartamudez y grandiosos los matices que le aporta.
Sin embargo, decir que Firth es el principio y el final del filme sería injusto. Merecida atención se lleva la presencia de Geoffrey Rush, cuya inclusión dentro del reparto no fue sólo para servir de apoyo, sino que termina convirtiéndose en pieza fundamental. Él, como logopeda del rey, se roba el show y hace que la cinta se pasee por el drama y la comedia de una manera perfecta. Su mirada en la última parte quedó en mi mente. Ahhh, casi me olvidaba de Helena Bonham Carter, envuelta en un papel nada burtoniano. En definitiva, no hay que buscarle las cinco patas al gato. La entrega épica de Hooper es completamente redonda. Su tiempo es exacto y su ritmo, aunque lento, no molesta. No caben las comparaciones.

Angelina Jolie en Venecia

Es indescriptible el pesar que siento cada vez que veo la forma tan absurda en la que algunos directores desperdician una obra cinematográfica. Habiendo tantos recursos interesantes como para hacer un ben cine, muchas películas actuales se quedan en un intento. Y es precisamente ese intento el que deja al espectador con una sensación incómoda. Así quedé yo después de ver El turista, protagonizada por Angelina Jolie y Johnny Depp. Estos populares profesionales tienen su fanaticada y en ciertos proyectos -no muchos- la han pegado. Sin embargo, aquí no les fue muy bien. Para empezar, la química en pantalla es nula. No transmiten ningún tipo de emoción o sentimiento: no se besan, no hacen el amor, no discuten... En líneas generales, la cinta es completamente plana.
L actuación de Depp es un tanto sosa y no aporta mayor atracción a la trama. De hecho, la única razón por la que pareciera estar ahí es para no hacer tan obvias las verdaderas intenciones: vender un producto que hace alardes del físico de Jolie antes que de cualquier otra cosa. Los hombres disfrutan muchísimo viendo los labios y el cuerpo de la señora de Pitt, contoneándose al mismo ritmo de las  góndolas de Venecia, lugar donde se desarrolla la historia. Ella encarna a Elise, una mujer misteriosa y sensual. Está enamorada de un hombre que, después de haber realizado un robo millonario, es el más  buscado por mafiosos y policías.
Lo más destacable es la banda sonora (de las mejores que se han escuchado últimamente). La fotografía también es digna de mencionar. En verdad me deleité observando lugares realmente bonitos. Qué lástima que la entrega se quede tan corta en su todo. Hasta las escenas de acción son escasas. ¿En qué cabeza cabe que una secuencia de persecución puede lograrse en las calmadas aguas de los canales, y a bordo de una lacha cuyo motor no alcanza los 40 kilómetros por hora? Dicho sea de paso, la que maneja es la chica antes mencionada... Y ojo, no soy machista. Creo que le faltó originalidad, considerando que se trata de un remake de una película francesa de 2005, denominada Anthony Zimmer. ¡Muy mal!

Sin compromisos

Hace poco terminé de asimilar algo: las comedias románticas las tenemos que ver las mujeres en completa soledad. Primero porque, si queremos reir o llorar, nadie nos juzgará; y segundo porque los hombres no tienen la más mínima intención de aprobarlas. En mi mente aún está la frase que me dijo mi pareja cuando lo invité a ver Amigos con derecho (No strings attached): "Ese tipo de películas son muy predecibles. Seguramente empiezan con un jueguito y terminan enamorados. Siempre es lo mismo". No estaba muy lejos de la realidad. Entonces esperé tener un "espacio" para mí y la visioné con mucho gusto. Es cierto que esta cinta, igual que muchas otras en su estilo, se desarrolla sin ningún tipo de novedad. Tampoco tiene grandes pretensiones. Sin embargo, cumple su función al mostrar dos protagonistas con una gran química en la pantalla, a pesar de que muchos críticos aseguran que el acierto se debe únicamente a sus lindos rostros.
Natalie Portman (que además está de moda gracias a su participación en Black Swan y subsiguiente triunfo en los Oscar 2011) y Ashton Kutcher logran empatía y se muestran sinceros en cada una de sus interpretaciones. Ambos están correctos y bastante creíbles como pareja. No caen en sentimentalismos ni en diálogos azucarados; incluso en una de las escenas, después de la famosa confesión "te amo", en lugar de besarse entran en una extraña pelea con golpes incluidos. Si bien plantean un tema repetido, hay elementos que permiten conexión con el público y que mantienen el interés hasta el esperado happy end. Aquí vemos un retrato de las relaciones postmodernas, cuyas reglas se basan en el "no compromiso". Lo que llama la atención es que la negación hacia el enamoramiento viene por parte de la mujer. De ahí, que vemos a un Ashton tiernito y con ganas de abrir sus sentimiento, aunque sin luz verde.
Del director Ivan Reitman me gustó la forma en la que maneja los chistes y el sexo. Este último ocupa al menos 50 porciento del metraje. No emplea groserías y tampoco utiliza recursos gráficos chocantes; sólo deja ver, con mucha ironía, la moldeada colita del exesposo de Demi Moore. Pero los que se acerquen al cine con ilusión de ver desnudos o escenas fuertes perderán su tiempo.  Amigos con derecho es ideal para espectadores que disfrutan todas las películas de amor y para aquellos que siguen la carrera de cualquiera de los dos histriones principales. Por último, si eres mujer y crees que puedes convencer a tu pareja masculina, intenta verla acurrucada en la butaca del cine o en el sofá de tu casa... De repente pasen un buen rato. ¡Bye!