Detrás de las paredes no hay nada...


Algunas páginas de críticas internacionales le han dado una o dos estrellitas sobre la base de cinco. Yo me voy a unir al sentimiento y también la calificaré con un puntaje inferior, pues no hay alma en esta película. Dream House, mejor conocida en Latinoamérica como Detrás de las Paredes, es un buen intento de cine de suspenso, pero se queda sólo en eso: en intento. Su póster es llamativo; dos niñas de espaldas con las manitas agarradas y vestidas con trajes que se confunden con el tapiz de un mural. La sinopsis y el tráiler también atraen. Sin embargo, el resultado deja la sensación de que pudo ser mucho mejor y que su guión tiene graves problemas. Me pareció inconsistente, sin rumbo definido. Nos presentan en principio un thriller sobrenatural y psicológico, para después girar brusca y absurdamente a lo policial.


La trama muestra al exitoso editor Will Atenton (Daniel Craig), quien renuncia a su trabajo de oficina para dedicarse a su familia y a la escritura de una novela. También se despide de Nueva York, para instalarse en una preciosa casa que acaba de comprar en una localidad pequeña y tranquila. Ese parece ser el lugar ideal para criar a sus dos hijas (unas apropiadas Taylor y Claire Geare, también hermanas en la vida real). Su esposa Libby (Rachel Weisz) está ilusionada con el nuevo hogar, hasta que una serie de acontecimientos comienzan a empañar la felicidad. Sin la ayuda de los policías locales, el protagonista emprende una investigación y descubre que en la vivienda ocurrió una masacre. Con ese planteamiento, podríamos suponer que el director, Jim Sheridan, tenía todas las herramientas para realizar una obra que causara un gran efecto en el espectador. Lamentablemente no lo supo hacer. Se defiende muy mal en este estilo.


A pesar de que posee un estupendo elenco -también cuenta con la actuación de la siempre correcta Naomi Watts-, Dream House es incapaz de imprimir la fuerza y el ritmo necesario que requiere el género. Por rareza, y al igual que el personaje principal, esta cinta padece un trastorno bipolar y se salva sólo por pocas virtudes. No es un desastre de proporciones desmedidas pero, al desaparecer los créditos finales, se borra de la mente al instante y detrás de las paredes no queda nada...


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