¡Supéralo, Stephenie Meyer!


Un escaso puntaje le asignan a la cinta The Host (La Huésped) en las diferentes páginas medidoras. No podía ser más, considerando que la trama presenta a una extraterrestre dentro de la mente de una humana. Ellas hablan entre sí, se pelean por el amor de un chico, pero son la misma persona; es decir, el cuerpo es uno, lo que las distingue es una insoportable voz en off. ¡Qué lástima! Hubiese podido ser un mejor proyecto si no fuera tan lenta y si no viniera de una novela de Stephenie Meyer, autora de la saga de Crepúsculo. La escritora ya no pudo seguir haciendo historias de vampiros y se abocó a una de alienígenas con la misma tónica adolescente y con personajes insípidos, cual Robert Pattinson y Kristen Stewart. No dudo de que, entre el conglomerado, exista personas que difieran de mi punto de vista, pues este tipo de películas siempre tienen un porcentaje a su favor, más aún si el creador ya es conocido por una franquicia que arrastra masas de una u otra manera. Lo malo es que Andrew Niccol (In Time, El Señor de la Guerra, Gattaca) realiza una dirección algo sosa. Me pareció un filme tonto, repetido, aburrido... Su género tampoco está claro, a pesar de que le atribuyen varios: ciencia ficción, thriller, romance y extraterrestres. ¿Romance? ¿Cuál romance? ¿Thriller? ¿Cuál thriller?



En el reparto destacan Diane Kruger y William Hurt. A los otros los conozco poco, exceptuando a Saoirse Ronan (protagonista), a quien ya vi en Atonement, Hanna y The Lovely Bones. The Host pierde cualquier fuerza dramática que pudiera tener al principio. Sus diálogos "profundos" llegan a cansar sobremanera, haciendo que el espectador pida a gritos algo más emocionante (cosa que no ocurre). Solo hay ciertos momentos medianamente interesantes. Los convencionalismos y tópicos que vimos en Crepúsculo se dejan ver de forma ligera. De pronto caemos en cuenta de que aquí también hay un trío o hasta cuarteto. De lo poco rescato, el buen gusto del director por la elegante puesta en escena. Niccol logra imágenes preciosas e imponentes (el campo de trigo, el firmamento). Y el mensaje intrínseco que podemos analizar al final es que, en cualquier momento de la vida, los jóvenes sufren una lucha interna, una dicotomía propia del inconformismo de la edad, la cual se despierta a la par con amores y pasiones. ¡Supéralo, Stephenie! En fin, esta película no tiene nada de nada, pero me da la leve impresión de que pudiera generar secuelas. ¡Suerte!




Valoración: 1 de 5

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