Gente "común y corriente"



Hay ocasiones en que los motivos para querer ver una película son sencillamente los actores, y cuando los observamos en plena interpretación, entonces queremos quedarnos. Con Silver Linings Playbook sucede. Comienza la trama, dirigida y escrita por David O. Russell (basada en un libro de Matthew Quick), y vemos a un Bradley Cooper que no se parece en nada al que estaba perdido en Las Vegas, un hombre bipolar, cuyo tratamiento en el hospital psiquiátrico ha terminado, pues sus padres decidieron que podían "curarlo con mucho amor". Ya te atrapó. El papel del guapetón de moda de Hollywood en realidad es muy bueno, digno de la nominación que le hicieron en el Oscar. El personaje está perturbado por un pasado y unas imágenes que no salen de su mente: su esposa "bañándose" con otro en la ducha de su casa. De ahí que a cada rato decae y hay que mandarlo a callar con urgencia. Sus gritos, sus acciones violentas, su neurosis y su mal genio son como para soltarle a todo pulmón un grandioso "¡YA BASTA!". Entonces entra la sexi Jennifer Lawrence, pero resulta que ella también es tremenda loca. Otra actuación fascinante que rinde tributo a la gente con desvarío y verborrea.


La cinta comienza con un planteamiento interesante y, a pesar de que no tiene un ritmo favorecedor, logra captar la atención de la audiencia gracias a esos trabajos tan logrados del acertado reparto, amén de un Robert De Niro reivindicado, aunque sin dejar su piloto automático, y de una Jacki Weaver correctísima. El problema de Silver Linings Playbook es que camina por unas sendas y desemboca en otras. Por ahí leí que Russell metió "gato por liebre", al presentar un inicio compulsivo y hasta dramático, para luego rematar fácilmente con un final que cabe completico en cualquier comedia romántica. No es que a mí específicamente me haya molestado. Sin embargo, los directores deberían ser fieles a la premisa y no engañar a los espectadores tratando de resolver todo a la carrera. ¿Un baile seductor frente a unos jueces, un toqueteo, una cartita con palabras dulces y un beso de telenovela pueden sanar la desenfrenada locura? No me parece. Sin embargo, la recomiendo. Al menos es entretenida y un rato bueno pasarás, sobre todo porque te hará recordar a algunos conocidos con luchas, angustias, desórdenes y obsesiones... Gente normal, común y corriente (¡sí, Luis!), de esa que anda por ahí al lado tuyo.

Valoración: 3 de 5



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