Belleza fílmica jamás contada


Entre tantos títulos bulliciosos, como Argo o Lincoln, se encuentra una obra magnífica y visualmente impresionante que también está nominada a Mejor Película en los Oscar. Se trata de Life of Pi, dirigida por el chino Ang Lee, quien es recordado por la controversial Brokeback Mountain. En esta oportunidad nos ofrece una historia totalmente diferente: tras un naufragio en medio del océano Pacífico, el joven hindú Pi queda en un bote salvavidas con un único superviviente, un tigre de bengala con quien labrará una emocionante, increíble e inesperada relación. Aquí el director imprime un estilo al que no nos tenía acostumbrados y el relato, basado en una novela de Yann Martel, traza un camino de iniciación, meditación y sentido de fe. Por lo tanto, el ejercicio autorreflexivo es inevitable después de ver a ese hombre tratando de reencontrarse con su espiritualidad.


No quiero hablar de más ni expresar cuál fue mi interpretación, fallaría y entonces revelaría una parte importante de la trama. Además, el final es profundamente asombroso y cada espectador -luego de quedar con la boca abierta- tendrá que sentarse a sacar sus propias conclusiones. Richard Parker (el tigre) es tan pero tan fundamental en esta película, que sin él no habría nada. Sí, así como lo leen. Con una personalidad impresionante, ese animal se adueña de la pantalla y se encarga de que no desviemos nuestra mirada ni un solo momento; acompañado -por supuesto- de la gran actuación de Suraj Sharma. Lee cumple lo que se propone y atrapa con fuerza al espectador, presentando una analogía con delicadeza y extremada astucia. De ahí que invita a las personas a obtener una parábola a su medida. Yo, por ejemplo, creo que Dios siempre estuvo allí, arriba, mirando a Pi.


Sin embargo, ese no es el propósito principal de Life of Pi. No pretende crear un debate en cuanto a las creencias religiosas preconcebidas, sino cautivar al público con un conjunto de imágenes (aunque generadas por computadora) preciosas. Al verlas nos damos cuenta de que el cine puede ser entendido como puro espectáculo visual. Claudio Miranda merece el Oscar a la Mejor Fotografía. De lo contrario, yo misma tomo un avión y pido una audiencia con los académicos. Definitivamente, esta cinta es lo nunca visto, absolutamente nueva y expuesta con emoción, dulzura, tacto y coraje. En Life of Pi la narrativa cinematográfica se reinventa. Está pintada a mano y el realismo mágico jamás había sido tan mágico y real al mismo tiempo. Belleza fílmica de primera mano. Recomendadísima. ¡No se la pierdan! VER TRAILER


Valoración: 5 de 5

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