Un relato de espíritus en stop-motion



A las salas de cine llegó hace poco una pequeña joyita. Tiene un sabor burtoniano, pero no, no es del gótico director de Sombras Tenebrosas, aunque sucumba a comparaciones. Chris Butler y Sam Fell son los directores de Paranorman, una maravilla artesanal en stop-motion, presentada por el estudio de animación Laika para divertir a la familia con un argumento que, si bien pudiera parecer repetido, está contado de manera fantástica. Sin embargo, cuando digo que todos los miembros de la familia pueden disfrutarla, hay que hacer una aclaratoria: si tienen a sus niños pequeños al lado mejor repitan de memoria la frase que emplea en la televisión cada vez que transmiten un programa no apto para menores.


La película requiere la supervisión de padres, madres, representantes o responsables. No diré por qué, sólo me limitaré a señalar que hay temas y subtemas un poco fuertes como para que las mentecitas de los niños los asimilen por sí solas. Maldiciones, brujería, muerte, homosexualidad y promiscuidad son algunos de los tópicos. Yo comencé a verla muy optimista con mi hija de cinco años, hasta que ella misma me preguntó: "Mami, ¿estás segura de que yo la puedo ver? No sé si era miedo (por los zombis y las escenas en las que el chico habla con espíritus) o porque ciertamente no se sentía cómoda con una entrega que no es de entero corte infantil. Mi decisión fue abandonarla y apreciarla más tarde en soledad.


Ahora, volviendo a lo que atañe, Paranorman plantea un argumento con buen desarrollo y un remate correcto, aunque algo forzado. La temática del niño que puede ver gente muerta y que al mismo tiempo es un incomprendido social ya la hemos apreciado infinidad de veces, lo que pasa es que esta vez el humor oscuro y bizarro le da el toque diferente. El filme es muy honesto consigo mismo y no pretende quedar bien con nadie. Por otro lado, la estética es sencillamente genial, no tiene desperdicios. Hay muchas secuencias creadas por computadora, pero siempre destacan cada detalle con sumo cuidado. Los rostros, los escenarios y los objetos completan una propuesta impecable visualmente hablando. Los efectos de los espíritus y los movimientos de cámara aportan un disfrute máximo, que hacen que nos quedemos mirando la pantalla y alabando un soberbio trabajo. Y lo mejor de todo es que los personajes están tremendamente construidos. En fin, una cinta que no es perfecta y que más bien esconde esporádicos desniveles, pero que viene a ser una experiencia agradable y creativa en un momento cinematográfico en el que no hay mucho que escoger.  


VALORACIÓN: 3 DE 5

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