Voy a sacarme el corazón para hacer
esta crítica. Escribiré como si estuviera hablando de cualquier película y no
solo de una “película venezolana”. A veces suelo darle mérito a la producción
simplemente por involucrarme sentimentalmente con mi cine, al cual adoro y
alabo, pues está llegando a un momento en el que el estilismo lo alcanza y la
diversidad lo corona. Piedra, Papel o
Tijera es el nuevo largometraje de Hernán Jabes (libreto y dirección). Una
joya de esas imposible de perderse, y en donde la sociedad “enferma” en la que
vivimos se retrata con suma sinceridad. No es una trama exclusivamente local,
puede trasladarse a cualquier rincón y aún así transmitir el mensaje sin
dificultad.
“¿Piedra, pepel o tijera? No te puedes
negar y lo sabes”, le dice el padre al hijo en el primer tramo. Después eso se
le revierte y el azar -aunque yo más bien diría que son las decisiones, pero
ese es otro tema- pasa a ser parte fundamental de su vida y de la vida de todos
en este relato. Una familia de clase media-alta, una pareja de jóvenes
enamorados tratando de sobrevivir en medio de la crisis, un niño en peligro,
una traición, un puñado de corrupción y una ciudad caótica. Esos son los
protagonistas de la propuesta: excelente, impactante, inquietante y con una
calidad de altura. No sé como hace Jabes, pero el suspenso no decae en ningún
momento. Se nota que el director de Macuro
maduró en esta, su segunda obra. La angustia que el espectador siente frente a
la pantalla es indescriptible, más aún si se es padre.
Las emociones se elevan al máximo y
la incertidumbre se mezcla con la de los actores, quienes hacen un trabajo de
lujo. Leónidas Urbina y Scarlett Jaimes llenan las expectativas. Él representa
la desesperanza y la irracionalidad. No le hace falta hablar, con su rostro lo
dice todo. Y ella es la parte dulce en medio de tanta basura. La colombiana
Gloria Montoya también está correcta, correctísima; al igual que Leandro Arvelo
(cara nueva del cine nacional), Alberto Alifa y Julio César Castro. Ni qué
decir del niño Iván González Roa: natural, elocuente… un actor nato. Lo superior
es el guión. Difícil encontrar uno sin baches en la actualidad y este roza la
perfección. Cinta reflexiva sin darnos un solo sermón. La fotografía y la
música no pueden estar mejor. Y el final, inesperado, salta lo convencional. Te
remueve, te deja perplejo y con ganas de cambiar el resultado con tan solo un
click.
Valoración 5 de 5
0 Comments
