Amor a golpes

Jamás había llorado con una película de boxeo. Los que ya conocen mi estilo saben que si puedo elegir otro género, lo hago sin pensarlo, pero el día de ver Warrior (Gavin O'Connor) me llegó y ahora sé que no perdí mi tiempo. Fueron 140 minutos invertidos de buena manera, sufriendo con los dos protagonistas (Joel Edgerton y Tom Hardy), aprendiendo a quererlos por igual y sintiendo una gran pena por el papel del padre de ellos (Nick Nolte, quien estuvo nominado en la reciente edición de los Oscar en el apartado de Mejor Actor de Reparto). Se trata de un drama intenso, que abarca por completo un bien realizado filme de género. Está lleno de adrenalina, esa que hace sudar al espectador, y -aunque muchos no lo crean- no es tan comparable con otras producciones de la misma escuela.
Warrior se mueve en el mundo de las artes marciales mixtas. Relata la  historia de una familia literalmente destruida. Un veterano de Vietnam (Nolte) abandona el boxeo para trabajar en una fundición de acero. Sus graves problemas con el alcohol destrozaron a sus hijos. Pero llega un momento en que, arrepentido, deja la bebida y decide entrenar a su hijo más joven (Hardy) para que participe en un torneo, en el que se enfrentará a su hermano mayor (Edgerton). Por la sinopsis, ya se sabe que la cinta es un poco predecible y que la manipulación de las emociones es un asunto del que no podemos escapar. Sin embargo, eso no es problema. Es lo que hace que permanezcamos frente a la pantalla, sin despegar la mirada ni un solo momento, sobre todo observando los combates cada vez más fascinantes.
Sólo nos faltó ver el entrenamiento del padre hacia el hijo -y aquí me perdonan los que no la han visto-. Considero que las escenas hubiesen sido parte fundamental de la historia. De resto, está casi completa. Se plantea de forma que logramos entender perfectamente los motivos de los personajes. Además, pone en la mesa temas como el perdón, la reconciliación, la lealtad, el altruismo y el amor filial. Claro, todo encerrado dentro la jaula de los duros golpes. Es muy extraño, y a la vez triste, ver a un hombre golpear a su hermano menor con el mayor de los amores, al tiempo que le dice: "¿Estás bien? Sabes que te quiero...". En ese momento nos olvidamos de los clichés y lloramos como niños. ¡La recomiendo!
Valoración: 3 de 5

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