Un innecesario viaje en el tiempo

Que tenga el nombre de Brad Pitt en la ficha técnica ya es un elemento prometedor. Los que tomen la carátula es sus manos y lean: “producida por…” seguro creerán que se trata de una de las mejores películas rosa de la temporada. PeroTe amaré por siempre,la cual tiene más sentido en su título original (The time traveler’s wife), es un intento por llegar a ser de esas grandes historias de amor a través del tiempo. De hecho, su protagonista femenina es Rachel McAdams – a quien vimos en Diario de una pasión-. No actúa mal, aunque no es la mejor interpretación que ha hecho. Esta vez se queda atrapada en un simple relato que vaga entre el género romántico y el de ciencia ficción.

La trama se basa en la vida de Henry DeTamble (Eric Bana), un bibliotecario de Chicago con un extraño padecimiento genético que le hace viajar en el tiempo. Él no es capaz de controlar esa fuerza que lo transporta de un año a otro, del pasado al futuro. Además su amor con Clare (McAdams) peligra y ambos tratarán de aferrarse, a pesar de que ninguno de los dos sabe cuándo se separarán y cuándo volverán a encontrarse. Hasta allí todo va bien, salvo un detalle: la mala estructura del guión. No tiene lógica y deja muchos elementos aislados e inconclusos, lo que hace que el espectador termine decepcionado.Está bien que hayan querido hacer algo al estilo deEl curioso caso de Bajamin Button, pero no hay justificación en casi nada. Es tediosamente lenta y larga (107 minutos), si se toma en consideración que en los primeros 20 minutos ya aburre.

Otros aspectos negativos se convierten más bien en preguntas: ¿Si el caso de Henry es una anomalía hereditaria, por qué pierden tiempo en incluir a un doctor en la película, si después no tienen manera de explicar la “enfermedad” y dejan todo en el aire? ¿Por qué al trasladarse a otro lugar o año, el protagonista se desintegra como polvo y deja la ropa tirada en el piso? El personaje de Bana no tiene fuerza interpretativa. Se empeña en mostrar sus viajes de ida y vuelta y sus encuentros con su pareja desde niña a mujer, de resto más nada.



Definitivamente, entre el montón de producciones que han hecho sobre viajes en el tiempo, ésta parece ser la peor. Lo único que la salva son las tomas en exteriores y los muy esporádicos, pequeños y extrañamente necesarios momentos de suspenso. Es para verla en la intimidad del hogar, mientras se comparte en pareja en uno de esos días en los que no hay muchas ganas de prestar toda la atención frente a la pantalla. Incluso en instantes hasta se puede dormir un ratito, pues al despertar no mucho habrá cambiado.

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