¿Cuántos saben perdonar?


La mayoría de las personas se imagina que vivir en Hawaii es sinónimo de alegría constante. ¿Problemas? No, ¿Quién puede sufrir depresión alguna en una isla tan espectacular? Tal parece que no es así. Las crisis llegan aún estando en el lugar más hermoso del mundo. Si no, que lo diga Matt King (George Clooney), protagonista de la aclamada cinta de Alexander Payne, The Descendants. "¿Están locos? ¿Piensan que somos inmunes a la vida?", pregunta él en una de las primeras escenas. Y, a partir de ese momento, sumerge al espectador en su doloroso recorrido; en un viaje emocional de sanación y redención. Su esposa, Liz, está en coma en una cama de hospital. Quedó inconsciente tras un accidente de lancha. Y fue después de esa tragedia, cuando Matt entendió que no lo estaba haciendo bien; ni como padre, ni como cónyuge. "Si haces esto para llamar mi atención, lo estás logrando", le dice con impotencia. "Voy a cambiar. Seré un verdadero esposo. Por favor, sólo despierta".


The Descendants , con una exquisita música, tiene la particularidad de provocar un nudo en la garganta desde el inicio, y es casi al final que las lágrimas se rehúsan a quedarse adentro. Su título tiene que ver con una subtrama que aporta una información importante: King es abogado y coheredero de un gran terreno. Su familia quiere venderlo, así que él debe decidir qué hacer. Sin embargo, esa situación queda relegada, debajo del sufrimiento que tiene su alma. Su mujer le fue infiel. Ahora, ¿Cómo le reclama?. El trabajo de Clooney aquí es impresionante. La forma como lleva a su personaje por ese camino de emociones es plausible. Gran paso en su carrera, ahora que su rostro ya dejó de ser el del "sexy men", para mostrar una tercera edad algo avanzada. Su mirada es diferente, más en esta historia. Lo confirman los planos cerrados.


La película se tambalea un poco entre el cliché y la cursilería, aunque siempre sale airosa. No es tan previsible. A veces, incluso, sorprende. Si a esos aspectos positivos le sumamos un grupo de personajes deliciosos, tenemos una gran propuesta para degustar. Parece una tragicomedia, por el tono satírico que le imprime su director, pero hay más tragedia humor. Una reflexión acerca de descubrimiento interior, el cambio y la capacidad de perdón. ¡La recomiendo!



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