Casi siempre los temas que hablan acerca de las segundas oportunidades, del valor de arriesgarse con un nuevo amor y de las soledades son bien recibidos. Al menos 50 porciento de la población femenina ha tenido que superar problemas en su matrimonio, olvidar el pasado y seguir adelante. Pero... qué pasaría si, al presentarse la ruptura en la relación, la dama tuviera la dicha de encontrarse a un hombre como Richard Gere (en físico y esencia), que la ayude a recuperar la confianza y la haga sentir plena. Seguramente, en este momento las opiniones de mis lectores estarán divididas. Aquellas romanticonas darán un suspiro y los hombres -quizá- expresarán un comentario, por demás, sarcástico.
Resulta que, en medio de un centenar de cintas me encontré con Noches de tormenta, en donde se reúnen por tercera vez el actor de los ojos pequeños y Diane Lane (la penúltima producción que hicieron juntos fue Infidelidad). No se trata de LA PELÍCULA del año, de hecho se estrenó en 2008 sin mucha bulla y con pocos adeptos. Sin embargo, no me avergüenza el hecho de sentirme atraída ante este tipo de tramas y, con toda seguridad, puedo decir: me gustó. ¿Tiene fallas? Sí. Los primeros 30 minutos no son buenos, se hace un tanto lenta y sobran escenas. Pero después de la tormenta comienza la historia que realmente importa.
Si me pidieran elaborar una nueva lista con los mejores besos del cine, el de estos protagonistas quedaría en uno de los primeros lugares. Porque, claro, no podemos robarle el número uno al de Ryan Gosling y Rachel Mcadams en The Notebook. Aquí experimentamos otras emociones: seguridad, abrigo y una fuerza que demuestra lo impredecible que puede ser el destino. El director George C. Wolfe cuida mucho la fotografía y la música. Además permite al espectador saber que es posible amar, dejar de amar, volver a amar y dejarse amar...
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