VIAJAR PARA REDIMIRSE

Antes de iniciar mi comentario acerca de Comer, rezar y amar, les diré que ésta es una película preferiblemente para mujeres. Las que la vieron estarán de acuerdo conmigo en muchos aspectos y el público que aún no haya decidido apreciarla considerará la idea a partir de ahora. El filme dirigido por Ryan Murphy no es para ser despreciado. De antemano tiene muchas elementos valorativos: está basado en un libro del mismo nombre, el cual estuvo 150 semanas en la lista de best sellers de The New York Times; manejó un buen presupuesto (60 millones de dólares), es protagonizada por una de las actrices más buscadas de Hollywood (Julia Roberts) y presenta al espectador los grandiosos escenarios naturales de Italia, India y Bali. Eso pinta bien y, para ser sincera, es lo que salva gran parte del proyecto.
Lo malo de la cinta es que perdieron mucho tiempo en el "viaje" que realizó la protagonista para liberarse de la depresión y las culpas post-divorcio. No entiendo porqué mostrar con profundidad las peripecias y las quejas de una mujer que busca en todo momento la redención. ¿Es eso tan importante como para acaparar los 133 minutos que dura la película? Resulta que Elizabeth (Roberts) se siente extremadamente mal con su existencia y ni siquiera le emociona la comida, entonces decide pisar diferentes tierras para ver si recupera el apetito -entiéndase por apetito todo lo que engloba las ganas de vivir en general-. En algunas escenas la vemos devorando con gusto un trozo de pizza o metiéndose lentamente un bocado de espagueti a la carbonara en la boca. ¡No se imaginan el hambre que me dio! Pero el mensaje implícito del guión tiene que ver con la capacidad de apreciar las cosas más pequeñas... Así lo entendí.
A excepción de ciertas frases célebres, los diálogos no me impactaron. Pueden llegar a ser muy aburridos, sobretodos para aquellos que no estiman el género. Creo que la fuerza la consigue más bien el elenco, pues a mi parecer está de lujo. Las interpretaciones tienen más peso que la historia en sí. Tampoco hay una trama amorosa de altura. Javier Bardem está incluido y hace el papel del "fabuloso" hombre que la prota conoce durante su estadía en Bali, pero había transcurrido más de la mitad del metraje y el español nada que aparecía. En realidad es muy corta su participación y además con un enamoramiento poco creíble. En conclusión: es una mezcla de manual de autoayuda con bellos paisajes, pensado para un público femenino que lo aceptará sin mucho titubeo y que querrá tener una tarjeta de crédito ilimitada para hacer lo mismo.

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