La entrega de hoy es un homenaje a un cineasta español odiado por muchos y amado por otros. Un director que parece haber llegado a su máxima inspiración poética después de presumir de títulos de gran resonancia en su país y en toda Latinoamérica. ¿Ya saben de quién les hablo? Sí, se trata de Pedro Almodóvar. Entre tantas películas buenas, y una que otra no tanto, él tuvo la precisión de estrenar una verdadera obra maestra hace ocho años, y yo me topé con ella apenas el fin de semana pasado. Antes de continuar, debo decir que para un amante del buen cine es muy difícil colocar la etiqueta de "obra maestra" a cualquier producción. Son muy pocas las que lo merecen, pues la expresión está hecha para casos excepcionales, de gran factura y de extraordinaria belleza cinematográfica. Por eso, no me tiembla el pulso al momento de atribuírsela al filme Hable con ella.
La mayoría la habrá visto, pero siempre es bueno recordarla o recomendársela a quienes aún no hayan tenido el privilegio de gozarla. En la trama se encuentran dos hombres enfrentados a la soledad de la manera más cruda y cruel que puedan imaginarse. Ambos, heridos por el azar y el destino, tienen a su cargo dos espíritus aparentemente muertos y convalecientes en camas de hospitales. Esperan un milagro, aunque la realidad cada vez se vuelve contra ellos. Y mientras ese milagro llega, experimentarán una amistad y un cambio interior sorprendente. La sinopsis aparenta ser sencilla pero el desarrollo es más fuerte y emocionante. Es una de esas cintas en las que se ríe y se llora. Almodóvar no desperdicia ni un sólo instante; nada es mediocre, nada es trillado. Todo se complementa con una excelente dirección, grandes interpretaciones y hermosos diálogos. Me atrevo a decir que es un trabajo totalmente inteligente. Hasta los personajes con menos protagonismo expresan sensibilidad.
Es importante destacar las actuaciones de Javier Cámara -insuperable-, el argentino Darío Grandinetti y la cantante Rosario Flores, cuyo papel de torera lo manejó estupendamente. Es la entrega de un maestro en estado de gracia, un artista en todo el sentido de la palabra. Capaz de violar cualquier convención si está dispuesto a tocar la última entraña del espectador. Si después de leer este pasaje te animaste a ver la peli, hazlo. No te arrepentirás. Encontrarás una dulce fábula combinada con un acto infame que te alarmará y después te llevará de nuevo al sentimiento inicial. Un cine que puede escandalizarte y hacerte reflexionar pero que jamás te dejará indiferente.
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